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EDITORIAL

La economía ecuatoriana se juega su futuro el 2 de abril

lunes, 27 de febrero de 2017
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Ecuador vuelve a las urnas el próximo 2 de abril, fecha en la que se sabrá si se mantiene la continuidad de Correa o gana la oposición

 

El presidente saliente de Ecuador, Rafael Correa, es sin lugar a dudas uno de los pocos líderes históricos que ha tenido el vecino país en su corta historia desde la separación de la Gran Colombia, ocurrida en la tercera década del siglo XIX. Al calificarlo como “líder” no juzgamos si es bueno a malo, sino que se ha mantenido en el poder a lo largo de una década y ha logrado en el país más meridional un crecimiento económico y un desarrollo en su infraestructura muy superior al conseguido en más de 200 años de independencia. Y se le abona políticamente que ha respetado las instituciones y no se ha hecho reelegir por varios periodos, tal como sucede con otros presidentes del eje bolivariano como Evo Morales y Daniel Ortega, en Bolivia y Nicaragua, respectivamente. Ecuador tiene una población ligeramente superior a los 15 millones y ha logrado reducir en 16 puntos la pobreza; crecer en su PIB a un ritmo de 4% y mantener una inflación bajo 5%. Todos ellos logros exitosos, muy a pesar de tener que luchar contra las fuerzas financieras externas que le imprime ser una economía dolarizada desde 2000, factor que le ha reducido la competitividad y ha amarrado sus decisiones de banca central a la Reserva Federal. Ecuador fue el único país de Suramérica que adoptó oficialmente el dólar como moneda de curso legal para solucionar de manera estructural a las permanentes crisis de deuda externa e inflacionarias de los años 80 y 90. Y ha sorteado la situación con relativo éxito, al igual que Panamá y El Salvador, países pequeños que tienen en las remesas (dinero enviado por inmigrantes) un foco de divisas muy superior al de cualquier sector exportador. Caso similar ocurre en México, pero a volúmenes muy superiores. Durante el último par de años, los ecuatorianos debieron soportar el gran impacto que tuvo en su economía la descolgada de los precios del petróleo y las consecuencias de un gran terremoto que les obligó a reorientar recursos para reconstruir el área devastada por el sismo de abril de 2016 en la Costa Pacífica. A pesar del agite político ecuatoriano, muy similar al de todos los países de la región, es muy interesante lo que allí suceda en la segunda vuelta de las elecciones a realizarse el 2 de abril, pues se juega la estabilidad del crecimiento económico y las reglas institucionales redactadas en la Constitución Política de 2008, en la que todo gira a la visión que tiene el pueblo ecuatoriano sobre su espacio en América Latina. Es válido comparar que mientras la carta magna de los colombianos de 1991 giró en torno a la tutela y a las confecciones de los derechos de sus ciudadanos, los ecuatorianos se fueron por el lado de la expresión aymara “suma qamaña” que hace referencia a vivir bien (bienestar) en el sentido moral de lo correcto para la sociedad. Ojalá Ecuador camine por la senda de la estabilidad y Colombia observe en él un socio comercial.

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