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Notas crediticias de Colombia
Flaco favor a su rol como ministros de Relaciones Exteriores y de Hacienda le hicieron los jefes de esas carteras al renunciar a sus visas, desconociendo su labor en EE.UU.
Es una auténtica catástrofe que la ministra de Relaciones Exteriores o Canciller de Colombia, Rosa Villavicencio, haya renunciado a su visa para entrar a Estados Unidos como diplomática o como turista, pero peor aún que el ministro de Hacienda, Germán Ávila, haya optado por ese mismo camino en solidaridad con el Presidente por el retiro del visado.
Se olvidan los funcionarios que su deber superior está con el Estado colombiano y no con su líder político que los nombró, máxime cuando la crispación mundial tiene su epicentro en Estados Unidos; que una Canciller o un Ministro de Hacienda se “suiciden” en sus roles y funciones en los círculos políticos de Washington y Nueva York, es una daño enorme para las relaciones de Colombia con su mayor socio comercial, país en donde residen más de dos millones de nacionales y sede de la banca multilateral, las firmas calificadoras de riesgo, mayores inversionistas y la élite tecnológica del mundo.
Con esa inmadura decisión de renunciar a sus visas, están -tácitamente- dándole la espalda a su deber constitucional de proteger los intereses del país que representan. Es miope pretender ser Canciller o jefe de la economía de un país y negar las relaciones con el motor de la economía mundial, primer socio de inversión, y país que lleva las riendas de la seguridad regional y global.
Es cierto que Colombia ya había pasado por estos episodios cuando al expresidente Ernesto Samper le retiraron la visa, pero contaba con ministros de Hacienda probos y respetados que hicieron su papel como jefes de la economía para que el país económico no colapsara.
En lo corrido del año, las exportaciones colombianas a Estados Unidos son de US$8.811 millones, 31% de las ventas totales; 65% de los productos exportados no son mineros, mientras que 35% sí son de este sector paria para el gobierno de Petro. Las empresas que exportan productos a Estados Unidos son más de 3.000 de casi todas las ciudades de Colombia; las importaciones desde Estados Unidos -el mercado natural- son bienes que no producidos en Colombia y que se convierten en parte de las cadenas productivas locales.
Según cifras de AmCham, “la inversión del primer trimestre de 2025 se registró en US$1.080 millones, representando 34% de los US$ 3.142,2 millones que recibió el país en ese periodo, de acuerdo con cifras del Banco de la República. La inversión total llega a más de 15 sectores del país, entre ellos comercio, telecomunicaciones, petrolero y minero, financiero, industria manufacturera, electricidad, gas y agua, construcción, y agricultura, entre otros. Estados Unidos es el principal emisor de remesas para Colombia”.
Ahora el Presidente se ha ido lanza en ristre contra el Tratado de Libre Comercio, con la miopía ideologizada de que hay 12.000 partidas que Colombia puede exportar a Estados Unidos, solo las personas de negocios lo pueden entender, máxime cuando el presidente Donald Trump dejó el gravamen de 10% para Colombia favoreciéndolo frente a pares comerciales como Brasil o Ecuador.
Los ministros Villavicencio y Ávila deben entender que su papel como jefes de las relaciones internacionales y de la economía, respectivamente, son de cara al país, que venezolanizar a Colombia frente a Estados Unidos puede tener consecuencias muy graves para los consumidores y su sistema productivo.
Como en las leyes de Murphy, “cuando varias cosas pueden fallar, siempre lo hará la que cause un mayor perjuicio. Siempre hay un problema para cada solución. Siempre que quieres quedar bien, algo te fastidia el plan”.
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