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El Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior, Icetex, es un auténtico zombie en la estructura moderna del Estado y en la financiación educativa
Gran parte del problema de calidad que atraviesa la educación colombiana tiene que ver con el acceso al crédito por parte de los estudiantes, y siempre ha sido así; para solucionarlo, el Estado creó en 1950 una entidad rimbombante bajo el título de Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior, Icetex, su objetivo no era otro que prestar dinero barato a estudiantes que quisieran estudiar en Colombia o en otros países, pero nunca leyeron la letra menuda del contrato ni las condiciones.
Los problemas de esta entidad anodina, que crea fondos y presta dinero, comienzan con que nadie la regula, ni es vigilada por la Superintendencia Financiera, ni es adscrita al Grupo Bicentenario que aglomera todas las entidades financieras del sector público. Es una auténtica rueda suelta que ha cumplido su papel en medio de muchos problemas, por los altos costos del dinero y porque el grueso de su cartera es impagable, todo por la cultura instalada del “riesgo moral”, dicho de otra manera, “hagamos fiesta lo que nada nos cuesta”.
Como es dinero derivado de impuestos, la entidad no puede ejecutar prendas ni actuar contra los fiadores; es una cadena de errores que ningún presidente ha intentado solucionar. Al Icetex le está pasando lo mismo que le ocurrió al sistema de financiación de vivienda Upac, que fue una buena idea, rota por el paso del tiempo y por no ajustar sus fórmulas a las coyunturas.
Es cierto que un crédito Icetex es bastante caro si se mira desde el costo beneficio: el costo es el IPC más 9 puntos, que equivale más o menos a 1,76% mes vencido, una suerte de 23,30% efectivo anual. Muy alto para el costo del dinero de la población que atiende.
El techo en materia de costos semestrales por carrera lo tiene medicina en las universidades Javeriana y Los Andes de Bogotá, los que pueden superar los $35 millones, cada 16 semanas; monto que sería impagable con un crédito Icetex, pues las tasas mensuales serían un auténtico gota a gota. Si el Gobierno Nacional quiere erradicar el problema engendrado en el Icetex, no tiene otro camino que liquidarlo.
Debe crear un Finagro para la educación al cual acudan los estudiantes a través de unos operadores de los préstamos, que son las universidades o los mismos bancos, de tal manera que se recorte la burocracia que representa la entidad y los recursos sean colocados y administrados por los expertos, las universidades o los bancos, con base en el proyecto educativo de cada usuario.
Incluso, podría probar el sonado esquema de inversiones forzosas en la educación; hacerlo por regiones, sectores, minorías, deportistas, etc. Es más, podría juntar esos viejos subsidios que tan felices hicieron a las universidades de “ser pilo paga” o “generación”. Pero para lograr soluciones deben trabajar los ministerios de Educación y Hacienda con las universidades y los bancos.
El Icetex fue una buena idea que caducó y se ha convertido en una papa caliente para todos los gobiernos; claro está que muchos de los usuarios son también responsables por la cultura del subsidio, los impagos y porque no saben que el dinero con que costean su semestre viene de unos pocos colombianos que pagan los impuestos. La gran revolución de la educación en Colombia viene de la mano con una buena financiación y unos buenos operarios de la colocación adecuada del dinero escaso destinado al crédito universitario.
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