MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El Gobierno Nacional y el Congreso no se han puesto de acuerdo en iniciativas tendientes a mejorar las catastróficas cifras de desempleo que empiezan a crecer en medio de la pandemia
La crisis del covid-19 sobre Colombia ha ido por etapas. La primera se dio cuando se enfrentaron apocalípticos contra integrados por definir si primero es la salud o la economía, un falso dilema que se zanjó diciendo que para tener buena salud, la economía debe tener buena marcha; la segunda fase llegó con la avalancha de ayudas gubernamentales a los más afectados y el papel que desempeñaban los bancos como intermediarios del dinero entregado; y una tercera fase -a los 90 días de la crítica situación- es la disparada del desempleo como consecuencia de la destrucción del consumo ocurrida durante la cuarentena.
Nunca antes en la historia reciente del país, las personas sin trabajo se habían contado por varios millones; y es que, hablar de más de tres millones de colombianos desempleados es un asunto de alta preocupación que debe estar en la agenda no solo del Gobierno Nacional, sino de los congresistas, pues en sus manos está apurar reformas que le permitan a las empresas generar puestos de trabajo formales más acordes a la nueva economía y a la cuarta revolución industrial.
No hay que esperar a ver cómo evolucionará la economía cuando se supere la pandemia para ir previniendo problemas sociales y el descontento, generados por el creciente desempleo. Hay un problema profundo para la economía en este momento y es que el protagonismo a los gobiernos está generando la sensación de que pueden emplear a miles de los nuevos desempleados, en una suerte de socialismo estatal, concepto que no es infundado pues todos los presidentes han salido a ofrecer ayudas sin medir las consecuencias de que están generando una cuenta de cobro a las nuevas generaciones dado el explosivo crecimiento de la deuda externa para sortear la crisis sin tener que recurrir a nuevos impuestos. Incluso ese “socialismo estatal” se expresa más en la tentación de privatizar hospitales y aerolíneas. El Gobierno Nacional debe ser más claro y no dejar en el ambiente que la gente puede vivir, aunque no trabaje.
Colombia no es Dinamarca, ni Finlandia, tampoco Suiza y no cuenta con los fondos soberanos para pagar sendas cuentas a los desempleados; curiosa creencia de países como Argentina y Venezuela que llenaron de subsidios a su gente y ahora solo se habla de la destrucción de sus modelos económicos e inminentes defaults.
Lo que hay que proteger es el tejido empresarial con una regulación transitoria de empleo que le permita al sector privado no solo mantener los puestos de trabajo formales, sino que puedan hacer más contrataciones en otras condiciones, como el trabajo por horas, semanas laborales de menos de 48 horas, y lo más necesario, que no se paguen tantos impuestos parafiscales que hacen muy pesada la carga prestacional.
Tanto el Congreso como el Ejecutivo deben concentrarse en “una regulación transitoria de empleo” que interprete las condiciones del país que no son las mejores y que han roto todas las cartillas económicas tradicionales. En otros países se ha demostrado que los estímulos a la economía no siempre sacan de la recesión y que estamos caminando por el peligroso sendero que toman las ideologías totalitarias cuando las crisis económicas no quedan bien curadas.
Es urgente atajar el desempleo, pero la fórmula está en mejorar las condiciones para las empresas, no en subsidios para los desempleados, pues no hay de dónde pagarlos.
Razones contra una tributaria navideña: crisis en Ministerio de Hacienda, presupuesto por decreto, baja ejecución presupuestal y nulo ahorro en el gobierno central
Comienza el conteo regresivo del año con buenos datos fundamentales de la economía, bajan inflación, desempleo y sube el café, pero las alertas fiscales pueden aguar la fiesta
Si bien hay una reducción importante, el referente para el pago con las tarjetas de crédito sigue siendo “usurero” si se tienen en cuenta la tasa del Emisor y la Inflación