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EDITORIAL

El único pendiente de reglamentar no es Uber

viernes, 7 de abril de 2017
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Es un imperativo que la Colombia del siglo XXI actualice sus normas de cara a la realidad mundial, pero sin olvidar la realidad

 

¿Dónde pagan impuestos Uber, Amazon, NetFlix, Google, YouTube, FaceBook, WhatsApp, Twitter y todas las demás plataformas de redes sociales, aplicaciones y herramientas de negocios que están revolucionando la sociedad global? Esa pregunta no es exclusiva de Colombia, es una cuestión que están tratando de resolver muchos países que no tienen la capacidad de liderar nada en alta tecnología o que tienen escrúpulos, respeto por las patentes y no caen en la tentación de copiar (caso China, India y Rusia) pero prohiben la operación de las nuevas grandes multinacionales que se han convertido en los verdaderos jinetes de la cuarta revolución industrial. La actual coyuntura económica mundial pasa por esos nombres ya muy populares de servicios que están revolucionando el mundo; claro está que en Colombia el frenesí político, el tiempo preelectoral y el posconflicto empañan una discusión que es en realidad determinante para el futuro del país económico y de la sociedad. No podemos estar de espaldas a que los verdaderos ganadores en esta cuarta revolución industrial son los consumidores, pues nunca antes el conocimiento y la competencia habían estado en manos de todas las personas que tengan acceso a internet. Vale la pena recordar que la primera revolución industrial fueron las máquinas de vapor usadas para modernizar la industria y el transporte; la segunda revolución vino de la mano de la electricidad y sus aplicaciones industriales, adelanto que se dio casi en simultánea con el motor de explosión que dio lugar a los autos. Y está la tercera revolución que representó la  aviación y la astronáutica que unió los países con viajes intercontinentales, silenciosamente se desarrollaron la energía atómica y la electrónica, ésta última de gran auge para la radio, la televisión, el cine y la informática desde donde se desprende la llamada cuarta revolución industrial que es internet, que ha representado la masificación del conocimiento, mejorando su calidad de vida, brindado oportunidades para prosperar, impulso del crecimiento, reducción de la pobreza y la marginalidad, pero ante todo es una época que aun está por desarrollarse y no sabemos a ciencia cierta cuáles serán las disrupciones en todos los sectores económicos que hoya se aferran a los viejos modelos. Está claro que nos dirigimos hacia una nueva y mejor comunicación transversal a la que no se escapa ningún sector. Por todo esto, Uber no es lo único pendiente de reglamentar, son todos esos nuevos servicios de multinacionales que no solo están acabando con su competencia tradicional sino que ya se ganaron a los usuarios. El Congreso es el escenario idóneo para debatir y estudiar todas estas reglamentaciones pendientes, pero lo único en lo cual no pueden caer senadores y representantes es prohibir las tendencias mundiales o tratar de colombianizarlas.

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