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La Misión para la Competitividad del Sector Cafetero debe ir más allá de simplemente hacer un diagnóstico coyuntural
Este 2013, que poco a poco llega a su final, será el año del café, y no precisamente por los buenos precios en los mercados o por que sus actores hayan hecho algo innovador o disruptivo. Será el año del café porque fue un tiempo de quiebre para el cultivo insignia del país. Los cultivadores salieron a las calles a protestar por sus malas condiciones económicas y el Gobierno Nacional solucionó temporalmente su situación con subsidios. Pero las cosas no han mejorado y esos productores no pueden realizar una protesta mensual cada vez que la libra de café en el mercado internacional baje hipotéticamente de un dólar con veinte centavos. Sería depender de otros factores externos como puede ser la elevada cosecha de países como Brasil, Vietnam, Perú o Indonesia.
El precio interno del grano debe depender en gran medida de la competitividad de cada productor. El costo de la mano de obra en las zonas cafeteras se ha disparado y el cultivo se ha desplazado a zonas donde los núcleos familiares o sistemas de mingas minimizan los costos de cuidado y cosecha del grano. Todo sabemos que el eje cafetero colombiano ya no está entre los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda, que ahora los mayores productores son Huila, Cauca y Nariño, regiones en donde es más barato producir el grano .
En buena hora el Gobierno Nacional y la Federación de Cafeteros armaron la llamada Misión para la Competitividad Cafetera, coordinada por el excodirector del Banco de la República, Juan José Echavarría, para que empezara a construir lo que será la hoja de ruta del cultivo. Y la primera conclusión era evidente: producir una tonelada de café cuesta más de US$2.700, y la de cafés suaves unos US$1.450 en Latinoamérica y US$1.400 en otros países africanos o asiáticos. Hay 16 temas que son trascendentales para los cafeteros y que se deben estudiar por estos expertos, una labor que bien se pudo hacer hace unos cinco años. Es necesario que los cafeteros sepan a ciencia cierta que está pasando con el mercado mundial del café; que conozcan nuevas técnicas de productividad, de costos, de innovación y se comprometan más con el ambiente.
En pocas palabras, la Misión debe refundar el café colombiano ahora que la llegada de las tiendas Starbucks y la consolidación de las Juan Valdez, dibujan el horizonte que les depara a los productores. Los costos de producción han crecido desde los primeros años del este siglo y nunca se ha hecho una reflexión profunda sobre el asunto financiero. Lo bueno es que la producción cafetera se ha mantenido relativamente constante y que hay grano para vender, el problema es que cada vez es más costoso sacar los granos diferenciados a mercados a muy buen precio. El reto por delante será ser más competitivos.
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