El grave deterioro del orden público

Hace décadas que Colombia no vivía unos días tan trágicos como los actuales. La muerte de un puñado de militares helitransportados en Antioquia y la explosión en los vecindarios de la base aérea Marco Fidel Suárez, en Cali, son solo un par de grandes episodios que conmueven a un país que parecía haber cerrado la página al envalentonamiento de los grupos terroristas, que cada vez con mayor confianza, se atreven a atacar a la sociedad sin ningún temor.

A la generación nacida en este siglo no le había tocado experimentar la sensación de un país en guerra, o al menos bajo ataque de fuerzas oscuras patrocinadas por el narcotráfico; todo en medio de un preocupante momento de tensión regional por las tropas estadounidenses en el Caribe y la inminente presión contra el gobierno de Venezuela. Es un momento muy crítico para el país y la región entera, justo a muy pocos meses de las elecciones al Congreso y a la Presidencia.

Es contundente que el orden público y la inseguridad se han deteriorado de manera preocupante, no solo en la jornada de ayer, sino por la autoridad tácita que tienen los ilegales en regiones como Arauca, Catatumbo, Cauca, entre otros puntos neurálgicos como la costa del Pacífico. Las fuerzas militares están amarradas, sin el dinero necesario para ponerle combustible a sus vehículos, comprar municiones y desplazar tropas para garantizar la presencia del Estado en esos puntos calientes en donde los grupos al margen de la ley se han convertido en autoridad.

En su discurso en Valledupar, el presidente Gustavo Petro dijo: “hoy ha sido un día de muerte”, al confirmar que en Antioquia murieron ocho uniformados tras el ataque a un helicóptero de la Policía y que en Cali fallecieron dos civiles durante el atentado a la base aérea. Y explicó que era una reacción a la derrota militar de la columna Carlos Patiño, una afirmación que no se compadece de la realidad, pues en todo el suroccidente colombiano las cosas van muy mal en materia de seguridad.

Y todo esto es muy malo para el rumbo de la economía, según la última Encuesta de Opinión Industrial Conjunta, Eoic, de la Andi, la incertidumbre política y pre-electoral (28,2%), la mayor inseguridad y bloqueos (24,8%), el alza de los costos laborales como el salario mínimo (15,4%), la incertidumbre fiscal y las reformas (14,5%), desfavorecerán el desempeño de su actividad en el segundo semestre de este año. Sobre el clima de negocios, la percepción de los empresarios presenta una situación menos optimista. En mayo, 59,2% de los encuestados consideró la situación actual de su empresa como buena, resultado levemente por encima a 54,8% observado en el mismo mes de 2024 y del promedio histórico (57,9%).

No son buenos vientos los que soplan sobre la actividad económica, como tampoco la actitud pasiva del Ministerio de Defensa ante la oleada terrorista. No hay ningún plan, más allá de simple consejo de seguridad local, no se identifican plenamente las razones de los actos terroristas ni sus responsables, sin olvidar que hace menos de 80 días atentaron de muerte en contra de un candidato presidencial y se han silenciado las voces de docena de líderes sociales y policías que entregan su vida a una guerra civil que se está perdiendo sin que se le encuentre una manera de frenarla y encausar el país por la senda del desarrollo pacífico.