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EDITORIAL

Ejemplos de inestabilidad política que hacen daño

miércoles, 21 de septiembre de 2016
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La estabilidad y el ambiente políticos hacen parte muy importante y son necesarios para que la economía y el progreso social se puedan aclimatar y generen beneficios para la sociedad. 

La estabilidad y el ambiente políticos hacen parte muy importante y son necesarios para que la economía y el progreso social se puedan aclimatar y generen beneficios para la sociedad. En caso contrario, las posibilidades de bienestar se ven menguadas y los esfuerzos que se deben hacer son más grandes. Los ejemplos que en este sentido se están dando en países vecinos como Venezuela y Brasil lo comprueban y su impacto es contundente en el desempeño económico y en el clima social adverso que induce a la aparición o recrudecimiento de problemas como la inseguridad, la delincuencia o las acciones vandálicas de grupos de desadaptados. Aunque con características y motivos distintos, en España se vive también un clima de inestabilidad que de no solucionarse rápido terminará afectando la estructura misma del país. 

En cualquiera de los casos, una característica común tiene que ver con el vacío de poder que se produce como consecuencia del manejo que sus clases gobernante y dirigente le dan a los asuntos de Estado, colocando por encima de los intereses nacionales a las ambiciones políticas sectarias. El drama económico y social que viven los venezolanos tiene dimensiones estructurales ligadas a un fracasado modelo político que hace ya casi tres lustros apareció como la solución a los problemas que el ejecutivo y los partidos tradicionales habían generado y que condujeron a la sociedad a la desesperanza e incertidumbre. Desafortunadamente, hoy se puede afirmar que resultó peor el remedio que la enfermedad, como lo comprueba el empobrecimiento extremo de la población, una crisis económica sin precedentes y una inestabilidad institucional que hace muy difícil una salida sin dolor y sacrificio extremos.

La situación de Brasil, combina distintos elementos, pero sobresalen las apetencias y maniobras de su clase política y también del sector privado por apoderarse de los recursos públicos, lo cual termina generando un derrocamiento del gobierno elegido popularmente, en buena parte como instrumento de venganza en una demostración de poder de una clase política mayoritaria que en momento alguno puede ser estandarte de moral. La crisis económica es en buena parte consecuencia de la situación y el impacto lo sufrirá el grueso de los ciudadanos del común. Nadie sabe con certeza el desenlace de esa aventura irresponsable de una clase política egoísta y sin visión de país.

El caso colombiano no da para compararse con la crisis de sus vecinos, pero lo que ocurre en ellos debe servir de lección a los dirigente, en particular a  quienes manejan los asuntos públicos, no pocas veces propensa a la ligereza y acciones populistas, que pueden desembocar o ser la semilla de problemas más grandes. La polarización y ambiente malsano que se está viviendo en este momento no puede ser un patrón de comportamiento regular que induzca a la desesperanza y zozobra, porque su impacto puede ser muy dañino e irreversible.

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