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EDITORIAL

Con Venezuela hay que andar, pero exigirle más

lunes, 24 de abril de 2023

Maduro ha encontrado en Petro a uno de sus mejores aliados, está bien que rehagamos las relaciones, pero también hay que exigirle al vecino país que avance en una democracia sana

Editorial

Mañana será la cumbre entre el gobierno venezolano y los sectores de la oposición en la que participarán representantes gubernamentales de Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina, una reunión inédita que puede contribuir a aclarar el futuro político, económico y social de Venezuela y enfilar las baterías para que el país salga del estado de desesperanza en que está sumido.

El principal objetivo de la cumbre internacional es relanzar el diálogo entre el Gobierno y la oposición bajo la idea de buscar “más democracia” y “cero sanciones”, un juego de palabras y un deseo que es bien difícil de entender, o mejor aún, de que tenga buen puerto de llegada.

El Gobierno colombiano busca que los partidos de oposición participen en una salida democrática a la crisis con el objetivo de realizar elecciones libres en las que el gobierno socialista no capture las mesas de votación ni a sus jurados y acepte cualquiera fueren los resultados.

Muy bien por Gustavo Petro y su administración de preocuparse por Venezuela y su caótica realidad, pero al mismo tiempo es un imperativo exigirles a los gobernantes del vecino país avanzar en las garantías para los opositores, muchos de los cuales han sido desplazados.

Colombia cambió de posición política frente a Venezuela desde el pasado agosto cuando Petro llegó al gobierno y rápidamente las relaciones diplomáticas y comerciales se reactivaron nombrando un embajador en Caracas que ha abierto las puertas, especialmente las comerciales, pues para nadie es un secreto que los dos países son mercados complementarios no competitivos que siempre han tenido una dinámica fruto de una larga frontera de más de 2.200 kilómetros con cientos de puntos fronterizos.

En sus mejores momentos las exportaciones superaron los US$6.000 millones, cifra que cayó a menos de US$190 millones, destruyendo un mercado que se había tejido por más de 200 años. Ahora que Colombia se ha rendido a los pies de la realidad global y ha reelaborado las relaciones binacionales, es menester del primer mandatario exigirle al gobierno del vecino país respetar la democracia, no proteger maleantes colombianos que allí se refugian y velar por los más de dos millones de venezolanos que viven en Colombia.

De nada vale que el Presidente de los colombianos actúe en consonancia con las nuevas fuerzas globales y vele por el reintegro de Venezuela a los espacios de conversación regional, si no se les exige a sus gobernantes respeto por la democracia, derechos humanos, trabajo por la economía de mercado, seguridad jurídica para las inversiones y calidad de vida para con sus gobernados.

El péndulo político regional ha virado a la izquierda y es urgente que este turno sea sano para los países que han optado por ese camino. Es un hecho comercial y social que con Venezuela hay que andar, avanzar en el restablecimiento de las relaciones con Colombia, pero al mismo tiempo hay que exigirle que la economía de mercado fluya y se respete la democracia.

Colombia y Venezuela son una suerte de las alas de una misma ave, su historia está hermanada y las culturas más unidas que nunca; hace décadas fueron los colombianos que emigraron allá y ahora son los venezolanos quienes llegaron a buscar un futuro mejor, esa realidad social no se puede negar y es menester de los gobernantes entender tal dinámica.

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