Ecopetrol no tiene remplazo en la economía

Ecopetrol es una empresa mixta cuya participación estatal es de 88,5%, el restante 11,5% cotiza en el mercado de valores en manos de más de 300.000 accionistas, tanto personas naturales como jurídicas, quienes tienen un dividendo anual que mueve la economía nacional; al ser el Estado el mayor accionista, el gobierno de turno recibe millonarios recursos que casi siempre han superado el costo de una reforma tributaria.

A lo largo de más de 70 años, la compañía colombiana se ha convertido en una de las 300 empresas más importantes del mundo, una de las 10 más grandes de Latinoamérica y de lejos la primera en Colombia en ventas, empleos, impuestos y espina dorsal de la economía local.

En la actualidad más de 20 compañías son filiales de la estatal, empresas no de segundo orden en sus sectores sino líderes, que juegan papeles igual de relevantes para las regiones, tales como Reficar, ISA, Ocensa, Equión, entre otras, como también las compañías internacionales en Estados Unidos, Brasil o Canadá. El cambio en la actual presidencia de la empresa va a tener un necesario remezón en las 18 filiales en donde tiene 100% de participación, por lo que el mercado está atento a los nuevos nombres.

Las próximas asambleas de accionistas que se realizan legalmente el próximo marzo serán los espacios para conocer los cuadros directivos, seguramente serán nombres graneados los que se irán conociendo, una vez se sepa quién será el ejecutivo que lleve las riendas del nuevo Ecopetrol.

El valor de las acciones cayó en la primera jornada luego de conocerse los cambios en la alta gerencia, tanto el papel valor en el mercado secundario local, como en Estados Unidos cedieron en promedio de 4%, una situación inédita que no se experimentaba desde hace varios meses cuando el sector petrolero se vio afectado por la pandemia que descompuso la economía global.

Pero más allá de la renuncia de Felipe Bayón, quien fue el Empresario del Año de La República en 2018, lo que más ha afectado el valor de las acciones y de los bonos es el nuevo enfoque ideológico de transición que le ha impreso el presidente, Gustavo Petro, quien no ha desperdiciado ningún escenario para poner en claro lo que piensa y quiere hacer con el sector minero energético del país.

No es solo que las actividades extractivas del sector sean sostenibles y amigables con el ambiente y las comunidades, lo que ha promulgado el primer gobierno de izquierda en Colombia, es acabar con las nuevas exploraciones y enfocarse de lleno a las energías renovables.

La actual administración nacional le ha dado más relevancia, credibilidad y respaldo a las ideas disruptivas y polémicas de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, que a la presidencia de Ecopetrol que claramente sale por no compartir la nueva hoja de ruta de las industrias extractivas que son fundamentales para la economía nacional.

Remplazar las cifras de la estatal petrolera es imposible en el corto plazo, es una decisión peligrosa meter en el congelador unos ingresos que superan los $90 billones y que le dejan dividendos a las arcas oficiales por unos $10 billones en promedio, todo con la excusa de apurar una transición energética y no contribuir al calentamiento global. En manos de la Junta Directiva de Ecopetrol está escoger un buen presidente que no juegue con candela y destruya lo construido en décadas.