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Trump, Zelenski, Bukele, Milei, tiene en común televisión y entretenimiento, como la plataforma que los vio nacer al mundo. ahora los algoritmos serán la nueva mutación
Se equivoca Harari cuando sentencia, cada vez que puede, que el mundo de hoy no tiene liderazgos. El autor de “Homo Deus” (Debate, 2015) es una suerte de mesías posmoderno al que acuden a beber las élites intelectuales cada vez que quieren atribuirle a alguien con credibilidad o autoridad global, que sustente sus creencias u opiniones, alguna pista o indicio que les señale para dónde va el mundo económico, político o social.
Los niños que nacieron después de 2010, son los verdaderos, auténticos y nativos “seres digitales”; sus primeras fotos de cuando nacieron están en Facebook y las vacaciones con sus padres desde cuando no tenían ni un año se pueden ver en Instagram, incluso, sus pequeñas victorias sociales en preescolar y colegio están registradas y documentadas en cadenas familiares de WhatsApp ampliadas y corregidas por sus círculos más íntimos que mínimamente le dan un like.
Puede haber un par de generaciones anteriores que intentan ser nativos digitales para no quedarse atrás y ser competitivos, pero son ellos, los que solo tienen unos 15 años, quienes pueden presumir de hacer parte de la primera generación digital en la historia sobre la cual recaerá la responsabilidad de llevar al mundo a otro estado de desarrollo cuando se les entregue la posta de liderazgo social.
No es un asunto apocalíptico o melodramático -volviendo a Harari- los nuevos liderazgos tienen, además de la carga genética de los padres y abuelos y del contexto sociopolítico en el que crezcan, el gran aporte logarítmico de la información que consumen: TikTok, Instagram, Spotify o los Shorts de YouTube.
En concreto: las generaciones digitales que votarán, consumirán y determinarán el medio siglo del tercer milenio, son producto del ADN de sus padres, el contexto sociopolítico del país en donde habitan, pero sobre todo, del algoritmo bajo el cual crecen, una suerte de signo zodiacal que les determinará sus posiciones sobre la vida.
Un poco de eso ya se ve, pues los nuevos liderazgos globales de Donald Trump, Volodímir Zelenski, Nayib Bukele o Javier Milei, hacen parte de ese casi-viejo algoritmo que está determinando nuestros días.
El jugador político más importante de Estados Unidos, Trump, además de ser millonario y best seller en libros de negocios, siempre ha sido un hombre de medios de comunicación, The Apprentice, fue una exitosa serie que alcanzó 15 temporadas y casi 200 episodios en el no tan lejano 2004.
Zelenski, quien hoy libra una guerra contra Rusia, fue un comediante que se hizo popular en una serie titulada, El Servidor del Pueblo, 51 episodios en tres temporadas; Bukele, el presidente más cool de Iberoamérica, fue un organizador de fiestas y administrador de la popular discoteca Mario’s en su San Salvador natal. Y Milei, se convirtió en la conciencia crítica de los argentinos con su Consultorio de Milei, un stand up que le hizo oposición al tradicional peronismo.
La política cambia al ritmo de los viejos y nuevos medios de comunicación, además de ser la ciencia social que juega a administrar el bien público, vestida y armada de democracia, está mutando de interface: antes era la plaza pública, luego los medios de comunicación y ahora ha saltado a las redes sociales, los nuevos medios, pero evolucionará en una década a los elementos algorítmico que capturarán a los electores durante su desarrollo y formación de opiniones. Liderazgo sí hay, pero no como los eran en el pasado, ni mejores ni peores, solo liderazgos.
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