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Puede ser que los consumidores no estén comprando bienes y servicios porque todo está caro, pero la razón más popular es que no tienen plata, pues hay cosas a cualquier costo
Teorizar sobre el consumo es de las aventuras más extremas e insondables en la microeconomía, que por lo general, los expertos las zanjan con las viejas ideas de la elasticidad de la demanda. Empecemos por decir que la elasticidad (precio, demanda, consumo) fue formulada a caballo entre finales del siglo XIX y comienzos del XX por Alfred Marshall en su libro ‘Principios de Economía’, (Aguilar, 1963), en la que concluye que existe una relación inversa entre el precio del producto y la cantidad demandada; una suerte de elasticidad por el precio y evidente en la demanda, visualizada en cuánto varía la cantidad comprada de un servicio o producto en función de los cambios de precio. Así las cosas, el dogma económico da fe de que la demanda puede ser elástica, inelástica o neutra en función de una fórmula econométrica.
Hay cosas muy sensibles a los cambios del precio, otras no tanto. Si los precios aumentan, las cantidades demandadas por los consumidores caen; y si disminuyen de precio, se incrementa la compra; por lo general sucede eso, pero hay productos como los combustibles o algunos alimentos básicos que simplemente se comprarán a cualquier precio porque no tienen sustitutos.
La teoría se complica cuando entran elementos como las marcas, el lujo y la necesidad, entre otros, pero esa es otra discusión. Por ahora, la hipótesis es que la inflación en Colombia está cayendo porque la gente está dejando de comprar como consecuencia del alto costo del dinero, plata cara y que los precios son elevados en relación con el ingreso de las familias.
La variación de los precios ha caído a 7,74% en casi un año, al tiempo que el crecimiento de la economía está en niveles inferiores a 1%. Más aún, desde abril del año pasado, el sector productivo se mantiene en rojo.
El consumo está por el piso, la gente no está comprando por las elevadas tasas de interés y porque las empresas no están contratando nuevos puestos de trabajo formal, empujando la economía a un peligroso estado de aletargamiento muy cercano a la deflación, una coyuntura en la que cae la demanda de bienes y servicios por los consumidores, las empresas no venden ni tienen ganancias.
Es un hecho que la gente en Colombia está comprando menos que hace un par de años, las caídas en las ventas de casas y de carros es una de las muestras. Hay una crisis económica que hace que los hogares tengan que controlar su consumo, reducir sus gastos, pero el Gobierno Nacional la está enmascarando con una lucha de clases para articular unas reformas a las pensiones, la salud y el sistema laboral, que en nada ayudan a reactivar a la economía.
No es presentable que la buena caída de la inflación se muestre como un logro de la actual administración, pues el IPC sigue siendo muy alto en comparación con EE.UU., los países de la Unión Europea o los de la región, una inflación de 8% es muy alta, solo superada por la de Argentina o Venezuela, preocupante en un país como Colombia que había mantenido una ortodoxia económica con un techo de 4% y un piso de 2%.
Los ministerios de Agricultura y Comercio nunca hicieron nada para mejorar las importaciones o acelerar la producción agropecuaria para bajar los precios, las externalidades siguen iguales (Rusia y Gaza); el resultado es que la inflación está cayendo porque la gente no está consumiendo, no por políticas públicas.
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