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EDITORIAL

Crecimiento sí, pero con más empleo formal

viernes, 21 de septiembre de 2012
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Ni los más optimistas esperan ese crecimiento trimestral del PIB, pero de nada valen las cifras si no se traducen en empleos

¿Qué le está pasando a la economía colombiana que mientras el mundo desarrollado se enfrenta a una situación de recesión casi generalizada, aquí las cosas le están funcionando a la administración Santos? Como siempre las respuestas vienen de varios frentes, no se puede mirar una sola causa de esta benigna situación que parece extenderse por varios meses más. Lo primero que se debe observar es el contexto interno marcado por una lucha frontal en contra de la corrupción en obras públicas y el afán de las autoridades locales y regionales por ejecutar cuanto antes sus planes de desarrollo recientemente aprobados por sus concejos y asambleas. Ambos son puntos que van de la mano y que auguran un futuro mejor.

Cuando miramos en detalle el último informe del Dane en el que se observa que el dinamismo de la economía en el segundo trimestre (abril, mayo y junio) estuvo jalonado principalmente por la construcción con 18,4%; la explotación de minas 8,5% y los establecimientos financieros con 5,1%, nos damos cuenta que los tres sectores tienen una estrecha relación con la ejecución de muchas obras de los mandatarios locales y regionales de turno. Se sabe que el primer año es casi perdido, pues sus antecesores les dejan siempre ‘raspada la olla’, y que ellos solo pueden entregar obras viejas, arreglar problemas jurídicos y trabajar en el plan de desarrollo. Solo después del segundo año se vienen las verdaderas ejecuciones.

La agricultura mostró un crecimiento muy tímido de 2,2%, pero preocupa que la industria manufacturera cayó en ese mismo periodo un 0,6%. No es propiamente un crecimiento agridulce porque es casi generalizado en casi todos los renglones. No obstante, el Gobierno Nacional debe ponerle mucha atención a lo que está pasando con la industria en pleno desarrollo de tratados de libre comercio. Que el motor de la economía sea la construcción se entiende por el despegue de las obras por parte de alcaldes y gobernadores; que las minas ocupen el segundo renglón, también se comprende por ese boom en la explotación de minerales energéticos y de lujo; y siempre que se da ese auge, la situación se refleja en el sector financiero que encuentra ganancias en esas dos dinámicas.

Tanto el Ministerio de Hacienda, como Planeación Nacional, los gremios de la producción y las centrales obreras, deben mirar con detalle la situación de la industria, la mayor generadora de empleos formales, para que la dinámica no se estanque y no empecemos a trasladar un tejido industrial de más de medio siglo a actividades vinculadas al sector minero energético. En pocas palabras, miremos si los resultados de la economía para este periodo no son una síntoma muy preocupante de que la ‘enfermedad holandesa’ toca a la puerta.

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