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EDITORIAL

Ahora se puede decir: “es el agro, estúpido”

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Si bien en el tercer trimestre del año la economía cedió su ritmo de crecimiento, las cosas van mejor de lo esperado, pero hay imperativos que cumplir para seguir el camino

Editorial

El Dane entregó el dato de crecimiento de la economía colombiana entre los meses de julio y septiembre, manteniéndose las buenas cifras que hacen brillar la actividad económica local en el concierto de las naciones, no solo en el vecindario sino a nivel global. El último dato del Producto Interno Bruto presentó un crecimiento de 7,0% (en la serie original), y 7,1% (en la serie ajustada por efecto estacional y calendario), cifra superior a las expectativas del mercado que lo situaban en 6,6%.

Al comparar este resultado con el mismo periodo de 2021, es elocuente que la economía decreció y se alejó de los dos dígitos; durante el segundo trimestre de este año el PIB había crecido 12,8%, es decir, de un trimestre al otro cayó 5,8 puntos. Si la actividad económica se mantiene a este ritmo, entre octubre y diciembre (último trimestre del año), la economía estaría en línea de la meta del Banco de la República de 7,9%. Cabe resaltar que solo el sector agropecuario fue inferior al ritmo de crecimiento.

Los sectores que más crecieron entre julio y septiembre fueron las actividades artísticas, entretenimiento y servicios con una cifra de 36,4%. Por primera vez en el año repuntan las categorías asociadas al ocio. La construcción registró 13,4% y la información y comunicaciones, 14%.

De las 12 actividades que hacen parte del análisis oficial del PIB, 11 presentaron crecimientos positivos y solo lo agropecuario registró comportamiento negativo. Y en este hallazgo es que se encienden las alarmas, pues lo duro del costo de la vida está en los alimentos y le fenómeno lluvioso de La Niña está en pleno desarrollo amenazando con extenderse hasta finales del año, aguar las fiestas decembrinas y sobrepasarse hasta bien entrado el primer trimestre de 2023. Si el agro no presenta mejoría y está sometido a las inclemencias del clima, lo más probables es que el costo de vida no regrese a sus niveles históricos, pues el aporte de los cultivos y las explotaciones agropecuarias no está creciendo ni ayudando al costo de vida ni al ritmo económico.

Es allí en donde residen los imperativos de cierre de año para las autoridades económicas: afianzar más la actividad agropecuaria, desarrollar políticas públicas exprés que le quiebren el espinazo al elevado costo de vida, reactivar un sector que no crece y que es el verdadero dolor de cabeza de las familias y los gobiernos. Quizá si el sector agropecuario hubiese sido más cuidadoso en su funcionamiento desde comienzos del año en curso, las cosas no irían tan mal para el sector y su aporte al PIB se habría catapultado hasta los dos dígitos.

Parafraseando el viejo estribillo de “es la economía, estúpido”, bien se podría decir que “es el agro, estúpido”, pues sobre él recae el elevado costo de vida y el rezago en su aporte al PIB; además, si se acomodan a precios razonables las líneas de suministros importados del campo, se rebaja el costo de la producción de los bienes básicos que afectan la canasta familiar, y es un hecho que la inflación vuelve a su curso y que el PIB sectorial vuelve a ser importante. Para ello la cartera del agro debe enfocarse más a la productividad y competitividad y menos a la política de tierras; lo único que ha sembrado en estos últimos 100 días dicho Ministerio es expectativas sobre tierra gratis, no ha habido ningún foco en la productividad de un cultivo específico, ni mucho menos una actividad que impacte la macroeconomía.

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