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ANALISTAS

Un silencio inaceptable

sábado, 7 de junio de 2014
La República Más
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A pesar de las buenas relaciones existentes entre los gobiernos de Colombia y de Venezuela, el intercambio comercial está lleno de trabas y no crece al ritmo deseado por varios motivos derivados del modelo económico del socialismo de siglo XXI que impera en el país vecino. El inmenso gasto público en Venezuela que se traduce principalmente en subsidios, ha acrecentado el peso de su deuda que hoy se estima en más de US$115.000 millones. Lo anterior y la ruina del aparato productivo han generado un desempleo inmenso que ha tenido que asumir el Estado, además de gigantescas importaciones de todo tipo. El gasto sin fin, las importaciones masivas con el precio artificial del dólar, la deuda agobiante y una inflación que supera el 60% anual, han llevado a Venezuela indefectiblemente a una devaluación dramática de su moneda, el bolívar. Según un estudio realizado por Anif, entre marzo de 2013 y el mismo mes de 2014 la apreciación del peso colombiano frente al bolívar fue del 30% anual. Lo anterior se traduce en el encarecimiento de los productos colombianos exportados a Venezuela y la pérdida de su competitividad. Si el año pasado alcanzamos a exportar a Venezuela US$2.200 millones, este año a duras penas llegaremos a los US$2.000 millones.

Además de la depreciación del bolívar, otro obstáculo que limita el comercio entre los dos países es la falta de pago oportuno a los exportadores colombianos, a quienes el gobierno y las empresas venezolanas les adeudan más de US$300 millones; a la empresa Avianca, le deben aproximadamente otros US$300 millones  y a las otras aerolíneas internacionales les debe US$4.000 millones, lo que las ha obligado a reducir o suspender sus operaciones en ese país. 

Parecen cifras pequeñas para una nación que produce diariamente casi 2.8 millones de barriles de petróleo, sin embargo las deudas de Venezuela ahogan el normal desarrollo de su economía. El cese de los pagos oficiales a industrias, empresas e importadores de toda índole se estima en más de US$13000 millones. Según cálculos de economistas, la empresa Pdvsa tiene una deuda consolidada de US$43.000 millones  lo que ha llevado a reducir del 90% al 53 % la entrega al Banco Central de sus propias utilidades.

La deuda agobiante de Venezuela con sus socios comerciales ha llevado a la escasez en el mercado de productos básicos, como son los alimentos y las medicinas, indispensables para el pueblo. Para citar un ejemplo, a la empresa Polar, gigante productor de harina para las famosas arepas, el Estado le adeuda más de US$420 millones, por lo que ha anunciado el agotamiento de sus inventarios.

Esta situación de crisis de la economía venezolana es muy grave, particularmente para Colombia pues además, ha disparado el contrabando de bienes subsidiados que ingresan desde ese país, como alimentos, medicinas y especialmente la gasolina. El comercio formal en Cúcuta que antaño florecía, esta postrado, causando niveles de desempleo nunca vistos en las ciudades fronterizas con el vecino país.

No es cierto como se viene afirmando que una protesta por parte del gobierno colombiano a la violación flagrante de los valores democráticos como la libertad de prensa y la libre expresión y la protesta pacífica, que son reprimidas brutalmente en Venezuela, dañe nuestras relaciones comerciales. Estas hacen agua por el modelo económico impuesto por el régimen chavista. Mientras esto sucede, el gobierno Santos guarda silencio cómplice a las violaciones de los derechos humanos fundamentales en Venezuela, para no contrariar ni enojar al señor Maduro, con la excusa que se dañan unas relaciones comerciales que con ese régimen económico no tienen arreglo.

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