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ANALISTAS

Revisemos corriente del país eléctrico

miércoles, 28 de agosto de 2013
La República Más
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El comercio y los negocios necesitan señales claras y reglas de juego que les permitan crecer, pero en Colombia se paga la energía más cara en contra de la competitividad de nuestra producción y nos afecta la incertidumbre sobre otras economías.
 
En el país enfrentamos los rezagos por las dudas sobre cuándo la Reserva Federal de Estados Unidos acabará con sus estímulos a la economía doméstica, hace varios meses se espera que se termine el plan de estímulos, pero ahora se presume que el plan se mantendrá hasta octubre de 2013.
 
A nivel local han sido ya meses en medio de la zozobra que generan los anuncios y los paros por diversos sectores buscando apoyo del Gobierno, aunque irónicamente un sector tan abandonado como es el eléctrico en la costa Caribe todavía no se queja.
 
En la costa Atlántica, los cortes de energía eléctrica son constantes, diarios y abusivos, sobre todo en el campo, y si el Gobierno no toma cartas en el asunto, no tendría nada de raro que con el ambiente actual esas regiones se sumen a los paros exigiendo el servicio.
 
Esta semana arrancó con las apuestas de los analistas económicos sobre la que parece ser la única movida posible para el Banco de la República de Colombia que sería mantener en 3,25 por ciento la tasa de interés de referencia.
 
Así como el ilustre Bernanke parece insinuar que en algún momento comenzaría a reducir sus aportes en estímulos a la economía, a su homólogo colombiano, José Darío Uribe, le toca esperar y quedarse en primera, sin mover los intereses.
 
Sin embargo, los expertos y entidades rectoras de la energía colombiana denuncian que la industria ha visto cómo los precios de la energía se suman a las dificultades económicas de las empresas porque consideran que el costo de la energía es el más elevado de Suramérica.
 
De acuerdo con el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería, Osinergmin, hasta 2011 la industria colombiana pagaba 15,5 centavos de dólar por kWh, seguidos por Chile con 10,7 centavos de dólar por kWh y Uruguay con 10 centavos de dólar por kWh. 
 
El mismo organismo asegura que al incluir a  Centroamérica, Colombia estaría en el cuarto lugar después de Guatemala con 23,3 centavos de dólar, El Salvador con 19,43 centavos de dólar y Panamá con 16,95 centavos de dólar.
 
En Colombia ha sido recurrente la queja por el elevado precio de la electricidad, mientras que en los Estados Unidos, estados como las Carolinas  con producción agroindustrial, agrícola, textil, tabaco, flores y pesca, en el mismo período pagaban 6 centavos de dólar kWh, es decir casi 50 por ciento de diferencia. Así competir es más complicado.
 
En estas mismas líneas nos hemos declarado orgullosos de que Colombia sea una potencia en materia de energía para Centro y Suramérica, pero ahora debemos hacer un llamado para que se evalúe el impacto de esas joyas de la Corona, en la productividad nacional.
 
Por ejemplo, estudiar la iniciativa del Gobierno de ofertar el 50% de Isagen y su impacto en los precios de la energía, especialmente para el sector industrial, pues el sector eléctrico colombiano viene de menos a más.
 
Todos recordamos los negros días del apagón, pero esperamos que ahora tanta brillante energía no se convierta en el fusible quemado contra la productividad empresarial.
 
 

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