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ANALISTAS

No complicar: compromiso mercadológico

sábado, 5 de marzo de 2016
La República Más
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Desde cuando Jack Trout escribió el libro ‘El Poder de lo Simple’ (McGraw Hill, 1999), se ha podido apreciar cómo lo complicado y complejo sigue siendo cada vez más frecuente, más aplicado, paradójicamente. Y lo malo es que no parece ser del gusto de muchas directivas empresariales aceptar la inconveniencia de ello, de lo simple, ni tomar medidas para evitar las complicaciones, que hoy son una actividad burocrática antimercadológica. Años más tarde fueron John Mariotti con su libro ‘TheComplexity Crisis´(PlatinumPress, 2008), y el consultor y autor español Raúl Peralba, presidente de Positioning Systems de Madrid, quienes pusieron a pensar a muchos, por lo que citamos a Trout: “la complejidad (complicación) no debe admirarse; debe evitarse”.

Si entendemos por complicado lo que es enmarañado o enredado, y por complejo, lo que está compuesto por múltiples partes, podremos entender que no todo lo complicado es complejo, y que el marketing práctico lo que trata de hacer es simplificar al máximo lo que es complejo, como se recomienda, siguiendo un principio de ese mercadeo: es compromiso del marketing no complicar la vida. Henry Mintzberg decía que “lo complejo se paga generosamente, es muy influyente y está significativamente desprovisto de sentido común”, que a su vez hay que repetir, es el menos común de los sentidos.

Mercadeo tiene como función básica generar y mantener los mercados, facilitando las cosas, haciendo sencillo y simple el proceso logístico mercadológico. Pero la realidad nos está demostrando otra cosa: cada vez acciones más complicadas y complejas, como si en las universidades enseñaran que hay que complicar en lugar de facilitar, lo que quiere decir que se están formando “profesionales de la complicación”.

La razón para ello no es otra que el miedo, el temor a ser sencillos, simples, porque siendo así parece ser que no se logran ventajas, no se descresta, y hoy como que hay que hacerlo y serlo para ser mejor. “Mientras el funcionamiento integrado de los conjuntos se puede entender de forma simple y sencilla, el análisis y las explicaciones de los fragmentos separados se hace de manera tremendamente complicada, y muchas veces, ininteligible”, afirma Peralba.

Aparecen interrogantes que en el mundo del mercadeo se están analizando, y sobre los cuales ya existen algunas respuestas. Pero, ¿se ha vuelto más fácil decidir y comprar hoy? Más de 60 versiones de champú, más de 150 medicinas antigripales, más de 34 marcas de jarabes para la tos; más de 50 marcas de automóviles y más de 350 modelos. Los computadores, celulares, tenis, cremas dentales, alimentos, etc., de una parte; los procesos de inscripción o registro, especialmente los que tienen que ver con trámites oficiales, los de las empresas de salud, etc., ¿han hecho que sea más fácil y agradable la vida?

Basta con dar una mirada a nuestro alrededor para darnos cuenta de la complejidad y de la complicación en que todo se ha vuelto y se está volviendo.

Hoy, más que nunca, los mercados (clientes, consumidores, compradores, etc.,) piden y exigen mayor nivel de simplicidad y obviedad; y los que ello hacen ganan y ganarán. Se necesita de verdad una simplicidad real, no de palabra, para que lo que se hace en mercadeo tenga el efecto que se pretende. De lo contrario, vamos a continuar observando un mercado inconstante, que muchos llaman infiel, y que Madia de Souza describiera como de camaguros (combinación de camaleón con canguro). 

Por todo lo anterior, hay que insistir sobre ¡El Poder de lo Simple!
 

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