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Los tiempos que están por venir

miércoles, 4 de noviembre de 2015
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Hace algunas semanas se llevó a cabo en la ciudad de Tiquipaya, en el centro de Bolivia, una pintoresca reunión preparatoria de la COP21, la cumbre sobre cambio climático que se lleva a cabo por estos días en París.

Además de Ban Ki-moon y de otros notables internacionales, como era de esperarse, a la reunión asistieron los alternativos del Alba, liderados obviamente por el presidente anfitrión, quien contó con la compañía de Rafael Correa, Nicolás Maduro y del aprendiz de brujo bolivariano, el saliente alcalde de Bogotá, el doctor Gustavo Petro.

En la apertura del evento, el presidente Morales le echó la culpa del cambio climático al capitalismo que “es como el cáncer de la madre Tierra”, sin embargo, a renglón seguido moderó su apreciación argumentando “que todavía es un cáncer no maligno sino benigno (..) y tenemos la obligación de plantearnos políticas, programas y proyectos para erradicar ese cáncer benigno para salvar a la madre Tierra, la vida y la humanidad”.

El doctor Petro, no contento con la diplomática mediatinta de Evo ripostó que no, que en realidad “el siglo XXI enfrenta el mercado con el medio ambiente” y que el COP21,  “es un lobby de economía fósil, es un sendero que nos lleva a la muerte” donde “Bogotá le está marcando el camino al mundo que toca seguir para mitigar los efectos del cambio climático”.

Fuera de la nota de humildad de nuestro burgomaestre, quien ahora posa de salvador del planeta, lo cierto es que la idea de que el mercado es el causante de las alteraciones climáticas y no la solución a las mismas parecería que tiene eco dentro de muchos sectores de la sociedad.

De hecho, en su más reciente manifiesto político titulado “Los tiempos que están por venir”, el mismo doctor Petro asegura contundentemente que de continuar con lo que el llama “la economía fósil” llegaremos pronto al apocalipsis ambiental y hace un urgente llamado a su reemplazo con lo que parecería ser una versión 2.0 del socialismo del siglo XXI. 

En realidad, uno queda con la impresión de que poco o nada les importa a los líderes del Alba y a sus pupilos lo que pase con el planeta.  El fenómeno de calentamiento, sobre el cual persisten dudas a cerca de sus causas e impactos, les sirve convenientemente como herramienta política para empujar su agenda antimercado y antiglobalización. 

No solamente parecería que el problema del calentamiento global es uno de pobreza preindustrial y no de riqueza mercantil. Incluso, se podría decir que las soluciones no avanzan más por la oposición de los países en desarrollo, que por la intransigencia de los países desarrollados, a pesar de la irracionalidad de algunos sectores conservadores de Estados Unidos. 

Curiosamente, la huella de carbono de los países socialistas tiende a ser mayor que el de economías comparables. En toneladas métricas per cápita de CO2, Venezuela emite 6,4 toneladas anuales, Cuba 3,2, Corea del Norte 3 y Bolivia 1,6. Colombia, por su parte, a pesar de tener una economía de mercado más grande y diversificada, emite tan solo 1,4 toneladas per cápita al año. 

Lo anterior pone patas arriba el argumento anticapitalista del alcalde y desenmascara su intención politiquera.  Además, si bien resulta absurda la idea de incurrir en costos para limitar un impacto ambiental que Colombia claramente no esta generando, la posición irresponsable del alcalde oscurece la necesidad, esa sí real, de mitigar los efectos locales de un fenómeno global.  

Lamentablemente, en esto resultaba más fácil culpar a la “oligarquía mafiosa” de causar el fenómeno que en emprender obras de mitigación, como la construcción de Chingaza II, tal vez la principal iniciativa para afrontar el impacto del cambio climático en la ciudad, la cual fue expresamente engavetada por el burgomaestre. 

El debate sobre el calentamiento global se pondrá, valga decir, caliente, en los próximos años. Es fundamental que éste se de sin manipulación y sin sesgos ideológicos, que distorsionan sus verdaderas causas y que llevan a soluciones costosas e equivocadas.

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