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ANALISTAS

Las vacas flacas

sábado, 14 de febrero de 2015
La República Más
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La dramática caída de los precios del petróleo que hasta hace poco tiempo se transaba a más de US$110 el barril, traerá una nueva realidad para Colombia. El recorte en más de $90 billones en el Plan Nacional de Desarrollo, deja prever la dimensión de los efectos.

Acomodados como estábamos a que nuestras exportaciones de hidrocarburos constituyeron más de la mitad de lo que vendemos al exterior, la caída a menos de la mitad del precio del barril del petróleo, representa un porrazo muy duro a nuestra economía.

Como efecto de los ingresos petroleros, se  dinamizaron  industrias y empresas, la construcción de obras civiles y los programas de beneficio social, en el sector público; y en el sector privado floreció la construcción de centros comerciales, la vivienda, restaurantes y hoteles de lujo, el comercio de vehículos de alta gama, las joyerías, la actividad del turismo nacional y externo, las empresas de seguridad. Adicionalmente a ello, con un dólar, cuyo precio llego a caer hasta $1.770, las importaciones se dispararon, especialmente las manufacturas, en contra de la producción   nacional.

El Gobierno malgastó la bonanza, no hubo ahorro ni tampoco se construyó la infraestructura necesaria que hoy con las arcas públicas golpeadas se sigue prometiendo.

Producto de la caída de los ingresos derivados del petróleo, caerá dramáticamente la inversión, se verán reducidas las regalías y suspendidos muchos propósitos del Gobierno como por ejemplo, el metro de Bogotá, sobre el cual se anunció que solo se construirá la mitad de la línea prometida. El impacto sobre las regiones será muy duro al verse reducidas en mayor parte las regalías.

La caída de los precios del petróleo que tiene el efecto de desinflar la economía colombiana ha producido la fuga de capitales que buscan inversión y rentabilidad en países  más seguros; la pérdida de confianza en nuestra economía ha traído como efecto la inversión masiva en dólares y como resultado de ello, la devaluación del peso que hoy se transa a $2.400 por cada dólar.

El haber depositado nuestra confianza económica mayormente en la producción y exportación de hidrocarburos, nos llevo a olvidar la protección y apoyo de la industria nacional sobre la cual, el Gobierno acaba de aumentar una pesada carga de impuestos que no le permite crecer.  Según una encuesta de la Andi a los empresarios, realizada durante la discusión de la última reforma tributaria de este gobierno, el nivel de impuestos de las empresas supera el 65% de sus utilidades, incentivo perverso para que migren a otras partes.

Colombia se dedicó a importar toda clase de productos, alimentos y manufacturas que hoy con el dólar a $2.400  tendrán como efecto inflación en los precios.  Inclusive  productos nacionales que necesitan insumos importados para sus cultivos se ven afectados con alza en sus precios.  Para citar un solo ejemplo, este año el arroz se ha aumentado en su precio 35%, lo que indica que la inflación crecerá e impactará la canasta familiar.

Ante este panorama, vendrán para Colombia años de austeridad e incertidumbre, principalmente porque no existió por parte del Gobierno, ni el fomento, ni la protección, ni el estímulo al aparato productivo nacional. Nuestra balanza comercial, que esta administración recibió con superávit, ya es deficitaria en mas de US$5.000 millones anuales.
 

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