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ANALISTAS

La democracia está en juego

miércoles, 15 de mayo de 2013
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Perplejos, por decir lo menos, quedamos todos cuando trascendió una noticia inaudita: el Departamento de Justicia de Estados Unidos accedió a los contactos y conversaciones telefónicas de los periodistas de la Asociated Press.

 
Llevamos cientos de años defendiendo el derecho a la libertad de informar y a una patente para que los periodistas serios y bien informados puedan negarse a revelar sus fuentes y mantener casi como en secreto de confesión el origen de los datos con el que comienzan, casi siempre, las grandes historias.
 
Casos como el de Watergate que acabó con la saga del gobierno de Richard Nixon no se habrían podido publicar de no haber sido por el sigilo y el secreto con el que se manejó la información inicial hasta que se tuvo la prueba reina que sacó al presidente estadounidense de la Oficina Oval en la Casa Blanca.
 
Pero ahora, tenemos que hacer eco de la declaración de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en la que se condena la incautación de datos a la agencia AP de noticias en sus oficinas de Estados Unidos, alegando que se busca el origen de filtraciones a la prensa.
 
Según los despachos de prensa, el Departamento de Justicia hizo a un lado la Cuarta Enmienda a la centenaria Constitución Política del país del norte e incautó los registros telefónicos de Associated Press (AP).
 
Para todos los que desde Estados Unidos o Colombia hemos promovido los valores de la democracia y el derecho a la libertad, es elocuente la declaración de la SIP, en la que se afirma que “la indagación del Gobierno constituye una grave afrenta a la libertad de información y una violación al derecho a la reserva de las fuentes confidenciales, fundamental para el ejercicio de una prensa libre”.
 
La Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, se refirió a lo que la AP denominó el “intrusismo sin precedentes” de las autoridades federales, que secretamente obtuvieron dos meses de registros telefónicos de los reporteros y algunas de sus oficinas.
 
Confiamos que el presidente Barack Obama honre la palabra de ser “defensor de la libertad de prensa” y se aclare porqué, con qué derecho y con base en qué ordenes las líneas telefónicas de AP en Nueva York, Washington y Hartford en Connecticut fueron sometidas a ‘chuzadas’ entre abril y mayo de 2012.
 
La libertad de prensa ha sido un valor inherente a la democracia, Estados Unidos se precia de ser un defensor de la democracia y las libertades. Entonces, ¿qué pasó en este caso y cuáles serán las consecuencias de semejante intromisión?
 
Las versiones iniciales dicen que se buscan indicios sobre filtraciones de información considerada secreta, pero el Estado no puede responder con estas acciones, violando un principio de respecto inalienable en un país que se precie de ser democrático.
 
Estamos de acuerdo en que cada país debe defenderse y mantenerse alerta para garantizar el bienestar y evitar ataques foráneos, como los que ha enfrentado Estados Unidos, pero los periodistas no son los enemigos, la prensa es una aliada de la democracia y sin ella, sencillamente no habría democracia.
 
Ojalá que haya una explicación y una solución a este impase que pone un mal precedente para la prensa del mundo, porque si el ejemplo parte de la primera democracia, de la que se precia el mundo libre de defender, a dónde vamos a parar.
 
Las chuzadas nunca son buenas, en Colombia hemos sufrido ese flagelo y quedan muchas dudas sobre un buen gobierno, si se permite este tipo de ataques a la prensa. La libertad está bajo amenaza si proliferan estas acciones.
 
Cómo occidente puede criticar la censura y la manera como en China, por ejemplo, se frena el internet, sin permitir el libre acceso a toda la información, si por estas latitudes el ejemplo no ayuda. Pensemos que la prensa libre es mejor que ninguna prensa, porque si no hay quien cuente lo que pasa en la democracia se puede pasar a otros tipos de regímenes que ya sabemos a nada bueno lleva.

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