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ANALISTAS

La catástrofe de la desigualdad

viernes, 25 de enero de 2013
La República Más
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La pobreza y la inequidad son problemas que no solo afectan el crecimiento sino también el desarrollo. Aunque es cierto que el crecimiento económico puede contribuir al desarrollo, también es cierto que si este es inequitativo, se puede convertir en generador de más pobreza y profundizará aún más las desigualdades. 

 
Según el Informe de la Confederación de Organizaciones Oxfam, la inequidad ha aumentado de manera dramática, porque el promedio del 1% más alto de los ingresos, que son aproximadamente 60 millones de personas, ha aumentado en un 60% en 20 años. 
 
Según un documento de investigación de Branco Milanovic del Banco Mundial, titulado “Inequidad global en los ingresos”, se habla de cómo el 8% de la población en el mundo concentra el 50% de los ingresos mientras que el restante 92% de la población obtiene el otro 50%.
 
Para Colombia esto no es algo nuevo. Somos el séptimo país más desigual del mundo y el segundo en América Latina después de Bolivia. Una posición vergonzosa con todo lo que esto conlleva.
 
Se presentan varios problemas cuando la desigualdad es tan alta: se empieza a presentar un sistema político regido por los poderes económicos, dicha desigualdad genera además las condiciones propicias para la corrupción que termina permeando el tejido institucional, tanto público como privado.
 
Sin embargo, también se presenta otro problema, el cíclico; quien nace pobre se queda pobre y sus hijos también serán pobres lo que origina un problema aún más grande y es que la misma dinámica económica se estanque. La frase “los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres” es explicativa de esto. 
 
Es muy grave para un país que su clase media se pauperice, se vaya reduciendo y que miles de personas pierdan su estatus, como tal.  Como los recursos se concentran en pocas manos, la demanda se reduce. En principio porque muchos no tendrán como comprar y en segundo lugar porque los ricos tampoco tendrán tantas necesidades, se afecta de manera grave la salud económica y social de los habitantes de un país. 
 
Es este sentido es claro afirmar que la equidad puede tener profundos beneficios sobre el crecimiento económico de un país, ingresos bien distribuidos o como diría el anterior ministro de hacienda, una mermelada bien repartida en el pan, contribuiría a una demanda saludable y por ende a un sector productivo con mucho dinamismo. 
 
También se ha comprobado, según informe Oxfam que cita un estudio del Banco Mundial, que los más ricos generan más contaminación; el 1% más rico usa 10.000 veces más carbón en un año que cualquier ciudadano americano del común, así que permitir la concentración de los ingresos afecta también el ambiente. No es un secreto que países donde la distribución de recursos es más equitativa crecen más rápido que otros en los que hay más desigualdad.
 
Los efectos negativos son muchos, el problema es cómo arreglarlos. En muchos países la inequidad en los ingresos es alta; sin embargo, una vez se tiene en cuenta el efecto de los impuestos, esa brecha puede disminuirse. En Colombia no ha sido el caso, y por eso este fue uno de los puntos tenidos en cuenta por la recién expedida reforma tributaria.
 
Conocer la realidad de aquellas personas y comunidades de bajos ingresos es también una necesidad para atacar no solo la pobreza, sino también la brecha entre estos y los más aventajados de la sociedad. La solución no es simplemente ser paternalistas y entregarlo todo, es una cuestión de ofrecer las herramientas para que los más pobres salgan adelante y encuentren mejores oportunidades, es ofrecerles las herramientas para que aprendan a pescar.

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