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ANALISTAS

Jornada laboral en Colombia

sábado, 6 de septiembre de 2014
La República Más
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El llamado a replantear la jornada laboral por el magnate Carlos Slim, entre otros empresarios, para permitir más tiempo de esparcimiento y ocio, no es nada nuevo. No obstante, la tendencia global aún persiste en considerar el tiempo de trabajo como el único factor de establecimiento para medir los salarios. La eficiencia, productividad y resultados sólo está al alcance de las juntas directivas, órganos de decisión y presidentes de compañías. Por ende, al exponer de nuevo el interés por establecer una jornada laboral con más atino, debe considerarse con profundidad. 

En ocasiones el hoy embajador de Colombia, Luis C. Villegas, aducía la importancia de elevar la jornada laboral a diez horas, entre otras, por la baja productividad presentada por parte del empleado promedio en Colombia frente a la productividad del capital. Es evidente, que la percepción que se tiene frente al tema es estrictamente económica, sin mucho espacio para la revisión de otros elementos concomitantes como la capacidad de ingresos y la disponibilidad de gastos, en donde al parecer, la sola tenencia de empleo y recibo de “cualquier salario”, es suficiente.

Engels y Marx, ya abogaban por una jornada laboral que permitiera desarrollar otras actividades propias del capitalismo, como el arte, el esparcimiento y la literatura, en una franca disposición a lo que Marx llamaría el análisis entre la infraestructura (excedentes de capital), y la superestructura (excedentes de valor social), elementos que terminarían por establecer dicha jornada. Para alcanzar niveles óptimos de vida, debe prevalecer la correspondencia entre la acumulación  y generación del capital con la posibilidad para que este transforme a la sociedad  desde lo individual hasta lo colectivo.

En algún pasaje de la administración del presidente Andrés Pastrana, el ministro de Trabajo, Angelino Garzón, igualmente propuso analizar la escala salarial de los empleados o profesionales conforme a sus oficios o profesiones, tratando con ello, de generar pisos y topes salariales con los cuales blindar a los empleados, pero igualmente a las empresas. Esta iniciativa tampoco tuvo suerte. Ahora bien, en muchos otros países, existen jornadas de tres, cuatro, cinco etc., en números de horas laborales, entre los que se cuentan Japón, algunos Nórdicos y Europeos, claro está. No obstante, una propuesta de esta magnitud es considerada como un imposible para el mundo laboral colombiano, en el que la jornada laboral establecida en de ocho horas. 

En esencia, en Colombia debe considerarse lo que implica el acoger la disminución de la jornada laboral frente a los empleos que podría tener una persona; clarificar lo que implica la flexibilidad laboral para el trabajador por parte del empleador; analizar el papel de las áreas u oficinas de recursos humanos, tan sesgadas en la acumulación de hojas de vida, para mejorar el potencial de los empleados. Entre otras, para que los empleados recién jubilados, tengan todavía opciones laborales, aunque sea en menor medida en distintas empresas públicas, privadas o del tercer sector.

La disposición al análisis de las condiciones laborales del país, debería ser la primera línea de trabajo de los planes de desarrollo en todas las instancias. El conocer en esencia, la condición laboral de los egresados universitarios y profesionales, al igual que de los obreros y empleados, es un campo de investigación que ha superado el tira y afloje entre Estados, Empresarios y Sindicatos. Es importante el análisis sobre la generación de empleo en todos los frentes, al igual, que sobre condiciones dignas de remuneración salarial, y más cuando se habla de reducir la jornada laboral. 

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