.
ANALISTAS

Inteligencia emocional, un reto en la dirección de personas

miércoles, 15 de octubre de 2014
La República Más
  • Agregue a sus temas de interés

Creemos que la inteligencia emocional es algo nuevo, pero desde los tiempos de Aristóteles encontramos referencias de ella: “cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo” (Aristóteles, citado en Goleman, 1999).

Científicos como Alfred Binet (1851-1911) diseñaron las primeras escalas para medir la inteligencia, hasta llegar a las actuales teorías que la diversifican en categorías como la inteligencia emocional de Goleman y las múltiples inteligencias de Gardner.

Ya, el concepto del coeficiente intelectual como única herramienta ha desaparecido y ahora más que nunca, encontramos una amplia diversidad de mediciones que involucran no solo el conocimiento, sino que evalúan también la respuesta del individuo ante situaciones y retos modelables.

El autocontrol es simplemente saber manejar nuestras emociones y las de los demás, saber entender y respetar los diversos puntos de vista, sin perder la calma, sin ahogar nuestras emociones pero dirigiéndolas y equilibrándolas.

Existe una explicación científica y es la existencia de una vía neuronal que conecta los impulsos procedentes de la amígdala (región primitiva) con la región pre frontal, que es el centro ejecutivo del cerebro y donde se decide cómo actuar ante los impulsos primitivos generados por dicha amígdala, asegurándose de vetar los impulsos emocionales dando una respuesta más eficaz y moderada.

La capacidad de autocontrol afectivo es una competencia fundamental en los directivos y base fundamental del liderazgo. Es clave que un líder sea capaz de encausar adecuadamente las emociones y  ser consciente de la gran responsabilidad que asume con cada palabra, cada postura, cada acción que genere y más aún de su mismo estado de ánimo.

Como dice Goleman, “por todo esto la clave del liderazgo primal se asienta en las competencias de la Inteligencia Emocional que posean los lideres, es decir, en el modo como gestionan la relación consigo mismos y con los demás”. Así pues, los líderes que maximizan los beneficios del liderazgo primal son aquellos que saben encauzar positivamente las emociones de sus subordinados.

Esta evolución ha permitido que las organizaciones piensen más en las personas como un todo y comprendan que cada ser es individual, autónomo y con diversas inteligencias, donde el líder debe tener la habilidad de descifrar su equipo de trabajo, encontrar cómo hacerle ver y comprender las metas trazadas para que éste las interiorice y dé lo mejor de sí.

Ahora, la aplicación de estas teorías de la inteligencia emocional se basa en criterios tan amplios que se enmarcan desde el significado de la palabra líder como aquella persona que determina, de manera explícita o implícita, la norma emocional del grupo.

El líder debe tener la capacidad de mirar el mundo con otra realidad, no solo desde lo funcional. Debe trabajar con su grupo humano en una adecuada interacción social, que dinamice el trabajo en equipo y la acción del liderazgo, convirtiéndose en un determinante de la cultura de una organización.

Por último, la capacidad del líder para controlar sus emociones, y saber guardar la compostura ante la adversidad, es determinante para obtener  una visión tranquila de los hechos que intervienen en el asunto en cuestión, generando soluciones efectivas y precisas, marcando la diferencia.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA