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ANALISTAS

Está llegando la hora

martes, 10 de mayo de 2016
La República Más
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El propio Rafael Pardo declaró no hace mucho que la cooperacion internacional ( bilateral y multilateral) financiaría, en el mejor de los casos, un 5% de los costos  totales del pos conflicto.

Esto significa que el grueso del esfuerzo para financiar las tareas de los  acuerdos  del pos conflicto nos corresponderá hacerlo  a los colombianos y solo a nosotros. Lo cual no está mal en el fondo. Es un asunto de dignidad nacional: después de tantos esfuerzos para alcanzar la paz no tendría sentido que los costos del pos conflicto terminaran financiándolos los gringos y los europeos. Cuyo aporte es desde luego valioso, pero forzosamente no será más  que una porción del total.

Preocupa muchísimo eso sí - como lo hemos indicado varias veces desde esta columna- que cuando se mira el presupuesto nacional, el de este año y lo que se vislumbra para el próximo, no aparece un centavo  para atender los costos del pos conflicto. Por el contrario, dada la crisis fiscal gigantesca que afrontamos solo apretones y recortes se adivinan para las vigencias de los próximos años.

Afortunadamente el  Acto Legislativo del marco jurídico para la paz que hace su tránsito en el Congreso, y a iniciativa de la senadora Claudia López,  introduce una saludable figura constitucional por virtud de la cual habrá un plan especial para financiar el pos conflicto con su presupuesto propio,  y de obligatorio cumplimiento en los años venideros. Esta iniciativa, por fortuna, pone al abrigo de las michicaterias e insensibilidades del ministerio de hacienda que es lo que hemos visto hasta el momento en lo concerniente a la financiación del pos conflicto. El cual será costoso, por supuesto, pero mucho menor  que  el de la guerra.

Pero no todo es cuestión de más plata. También de instituciones nuevas y dinámicas, acordes con los desafíos gigantescos que plantea el pos conflicto. Por ejemplo, para desarrollar el  punto numero uno de la agenda de La Habana dedicado al desarrollo rural y al acceso a la tierra resultan cruciales las dos agencias que están naciendo en este momento: la agencia de tierras y la encargada del desarrollo rural. Que sustituyen al Incoder, el cual recibe los santos óleos de la liquidación en estos momentos. 

Estas dos agencias serán claves en el pos conflicto rural del país. De ellas , y sobre todo de su buen funcionamiento, dependerá que se cumplan a cabalidad  o que fracasen los inmensos compromisos que se han suscrito en La Habana sobre este crucial punto. Ojalá que el virus de la politización no vaya a invadir a estas dos entidades que apenas están naciendo.

Los plazos para suscribir y ratificar los acuerdos de paz se están agotando. Ya no aguantan mas prórrogas. Este año es el último horizonte de tiempo que nos queda. No va a ser fácil, pero si en  este año no se echa a andar el pos conflicto con las Farc probablemente la opinión pública decepcionada será la primera en  reprocharlo ( como ya empieza a hacerlo), y los enemigos de la paz encontrarán allí terreno abonado para arreciar en sus criticas insensatas.

Está llegando pues la hora de la paz. Preparémonos con aplomo para lo que sigue. Pues cuando se firmen en algún momento de este año los acuerdos de paz y cuando se  ratifiquen por la ciudadanía, las cosas no concluyen: apenas comienzan.
 

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