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ANALISTAS

El TLC con Corea

viernes, 22 de febrero de 2013
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El encierro que caracterizó a la economía colombiana, hasta hace muy pocos años, llevo al país a vivir de espaldas a sus fronteras. Esta realidad se hizo evidente con el reciente fallo del tribunal de la Haya, que dejo al desnudo el abandono en el que el país ha mantenido al Caribe.

En el caso del Pacífico la situación ha sido aún más dramática. El país no solo no ha mirado lo que ocurre más allá de su frontera, sino que ha abandonado a su suerte la frontera misma; Buenaventura es un buen ejemplo de dicha situación.
 
Por ello, el país no quiso mirar lo que estaba ocurriendo al otro lado de su frontera pacífica.  Particularmente, los países de la Cuenca del Pacífico, y en especial de Asia-Pacífico, han tenido una transformación extraordinaria que aquí paso desapercibida. 
 
Ahora, cuando el país decidió insertarse  en la economía internacional, se ha dado cuenta de que la economía mundial ha cambiado drásticamente. Los procesos de producción que anteriormente se efectuaban incorporando materias primas, bienes intermedios e insumos cuyo origen correspondía mayoritariamente al país que llevaba a cabo la producción, se habían transformado en cadenas de abastecimiento y distribución que articulan materias primas y bienes intermedios que provienen de los más diversos lugares del planeta. 
 
En este nuevo entorno el país inicia su integración a la economía internacional a través de la suscripción de TLC o Acuerdos de Libre Comercio. Respondiendo a la estructura de comercio que el país había desarrollado, la prioridad era entonces iniciar con los principales socios de la región y fundamentalmente con los Estados Unidos, que se constituye en el primer comprador, al adquirir el 40% de la oferta exportable del país.  
 
Cumplida esta fase de Acuerdos con los socios tradicionales, viene una más difícil y es integrarse con los países o regiones que potencialmente presentan las mejores oportunidades hacia el futuro.  
 
En el desarrollo de esta estrategia el país se encuentra con sus vecinos de Asía-Pacífico, tanto los cercanos como los lejanos. Allí, el país comprende que si quiere acelerar su articulación con el Asía-Pacífico, no basta con buscar un mayor relacionamiento con esta región, es preciso acelerar dicha articulación apoyándose en los vecinos latinoamericanos que juiciosamente han llevado a cabo la tarea y se encuentran integrados de una manera más profunda con los países de la región asiática, en particular México, Chile y Perú. De allí el apoyo  de Colombia a la Alianza del Pacífico.
 
Sin embargo, a pesar que la Alianza del Pacífico puede ser un catalizador para lograr una mayor presencia de Colombia en el Asia-Pacífico no es suficiente, el país debe buscar de manera individual una articulación con algunos de los principales países de la región. 
 
Es en este escenario que hay que entender el TLC que Colombia acaba de negociar con Corea del Sur y el cual debe ser puesto en vigencia en los próximos días. El simple inicio y avance de las negociaciones entre Colombia y Corea motivó a Japón a manifestar su interés de iniciar negociaciones con Colombia para la suscripción igualmente de un TLC. Muy seguramente que al acuerdo con Japón seguirán otros con países de Asia con los cuales hasta ahora las relaciones comerciales han registrado niveles muy bajos.
 
Sin embargo, es preciso comprender igualmente que los TLC son simples herramientas o instrumentos que facilitan la articulación con otras economías. Dicho de otra manera, el TLC por sí mismo no garantiza el éxito en el proceso de inserción en el mercado al que se pretende llegar. Para ello, es preciso que el país se prepare adecuando y ampliando su oferta exportable y avance en la solución de cuellos de botella que no le permiten ser más competitivo.  
 
El TLC con Corea puede ser un buen ejemplo para poner sobre la mesa las acciones que el país debe desarrollar para lograr una presencia significativa en dicho mercado. El Acuerdo ofrece oportunidades en el sector agrícola y agroindustrial. Sin embargo, nuestras producciones no alcanzan los volúmenes requeridos y en muchos casos no se cuenta con las certificaciones que exige el mercado. No hay más excusas es preciso adecuar la oferta a lo que exige el mercado. 
 
De igual manera, el Acuerdo significa una amenaza para sectores que en la negociación se identificaron como sensibles, en particular el sector automotor y de electrodomésticos. Las acciones en ese campo tampoco dan espera, es preciso aprovechar el tiempo de la desgravación arancelaria para adecuar o transformar a estos sectores. Lo único que no se puede hacer es sentarse a esperar que pase el tiempo y los aranceles lleguen a cero. 

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