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ANALISTAS

El indispensable viraje agrícola

martes, 17 de septiembre de 2013
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Al escribir la columna de la semana pasada  las circunstancias de la política agrícola eran bien distintas a la de la presente. Existía una grave reducción del presupuesto 2014 para el Ministerio de Agricultura y el Ministro de Hacienda afirmaba que no tenía más dinero para los agricultores. 
 
Hoy solo ocho días más tarde tenemos, además de nuevo Ministro de Agricultura, una reducción de los absurdos aranceles  a algunos insumos agrícolas y aparece como por arte de magia el dinero para desarrollar el campo y hacer justicia social con los campesinos, manteniendo en el cuatro por mil el impuesto a las transacciones financieras.
 
Igualmente se confirma la elaboración de un censo agrícola. Pero se conoce con anticipación que este solo constatará la miseria de las zonas rurales. Antes de que se obtengan los siempre lentos informes deben de establecerse una serie de políticas.
 
Por ejemplo: ¿Qué tan competitivo puede ser nuestro sector agrícola con un peso colombiano sobrevaluado? ¿Cómo legalizar la propiedad de los cientos de miles de campesinos que no tienen los títulos de su tierra? ¿Cuáles son los cultivos que pueden exportarse rentablemente? ¿Cuáles de las nueve y media millones de toneladas de alimentos que importa anualmente el país se pueden producir rentablemente? ¿Cómo pueden diversificarse plantaciones monocultivo y de tardío rendimiento que periódicamente tienen graves pérdidas como el café, actividad que genera una tercera parte de los empleos agrícolas? ¿Cómo pueden fomentarse asociaciones y cooperativas agrícolas para reducir los costos de insumos, tecnología y equipos? ¿Cómo pueden establecerse cadenas agroindustriales? ¿Cómo puede financiarse a bajas tasa de interés a los agricultores? ¿Cómo simplificar -con centros de acopio- las cadenas de abastecimiento para acercar el productor a los centros de consumo? ¿Cómo reducir las “contribuciones obligatorias” a unos “fondos de estabilización agrícola” que por el contrario han desestabilizado algunos cultivos?
 
El país debe entender que cada kilogramo agrícola que se exporte dará mayor empleo a  nuestros 11 millones de campesinos, como también se pierde con cada kilo que se importa. 
 
Un sector agrícola dinámico irriga  paz porque además de generar bienestar rural, estimula paralelamente la economía de las cabeceras municipales y la del país en general por la demanda de bienes y servicios que se deriva del desarrollo agrícola. 
 
Señor Ministro, la locomotora agrícola, de la cual es Ud. ahora su maquinista, tiene con el nuevo presupuesto “buena parte del carbón que necesita”. Colombia no puede seguir siendo “dos países”, la Colombia rural y la citadina o la capitalina y la provincial. Somos una sola Colombia pero solo hemos desarrollado la mitad de esta. Tenemos la otra mitad para crear más desarrollo económico  y con ello generar más riqueza y empleo, más justicia social.  
 
Parodiando a Shakespeare: “Ser un país agrícola o no serlo: esa es la cuestión” y esto no depende de la decisión de los campesinos, estos tienen éxito o fracaso de acuerdo con las políticas del Estado y para empezar con la tasa de cambio actual, la caída vertical de los precios internacionales, mala infraestructura, altos costos financieros y de insumos, contribuciones forzosas, entre otras adversas circunstancias, no es posible con ningún nivel de asistencia tecnológica ni de  productividad obtener rentabilidad ni en un cultivo de rábanos.
 
Si Jesucristo que hacéa milagros, necesitó doce apóstoles, este país además de un ministro de Agricultura inteligente y eficaz necesita  una conciencia nacional de que sin desarrollo agrícola y consecuente bienestar social rural no es posible un desarrollo económico  constante. Mucho menos la paz. 

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