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Los documentos Conpes marcan la pauta en política pública y el relacionado con éste artículo, complementará el 3834 “Lineamientos para Estimular las Inversión Privada en Ciencia, Tecnología e Innovación a través de Deducciones Tributarias” y el 3835 “Declaración de Importancia Estratégica del Proyecto de Apoyo a la Formación de Capital Humano Altamente Calificado en el Exterior”, de julio pasado.
Sobre el tema el BID adelantó una misión comandada por Ernesto Stein integrada por el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación en cabeza del Ministerio de Comercio Industria y Turismo, de la cual hay que decir acerca de sus propuestas que aunque en general están bien direccionadas, mantienen vacíos neurálgicos para cerrar brechas e insertarnos en la economía del conocimiento.
Sobre las fallas de mercado existentes si bien es cierto aún subsiste la necesidad de reducir los costos de coordinación, sugiero priorizar la solución en las fallas derivadas por las deficientes capacidades de apropiación, en especial aquellas relacionadas con movilizar las masas críticas medulares en éste proceso, vale decir el capital humano y la inversión productiva de clase mundial donde tenemos incipientes o nulas capacidades y competencias y claras ventajas comparativas desaprovechadas, para así algún día lograr insertarnos en las cadenas globales de abastecimiento y valor.
Sobresale el sesgo por el autodescubrimiento para incorporar nuevas actividades productivas con pioneros y sus seguidores, así como sobre los niveles sub óptimos de inversión que conlleva, porque descuida lo realmente decisivo que está en generar la mayor cantidad posible de transferencia tecnológica en la mayor cantidad posible de fronteras del saber y la producción, lo cual se dará sí y solo sí, se seducen y atraen decididamente las referidas masas críticas.
Vale mencionar que una política de desarrollo productivo grande, es decir aquella que permita migrar hacia árboles más sofisticados, para utilizar el símil de Hausmann, no necesariamente es la más costosa, sino que sin descuidar la agenda interna, tenga como impronta focalizarse en sectores con incipientes competencias y capacidades pero grandes ventajas comparativas, lo cual también minimizará el riesgo de captura, siendo necesario revisar muy bien el conocido pero oneroso método de error y ensayo, para transitar hacia uno más racional que permita el tratamiento holístico del problema a través del debido escáner de política pública.
Otro elemento clave tiene que ver con profundizar con mejores programas e instrumentos las políticas verticales o sectoriales, privilegiándolas sobre las transversales u horizontales, en esfuerzos que permitan la debida alineación entre las herramientas y actividades posibles de ofrecer en los ámbitos nacional, regional y local, dado que las distorsiones y cuellos de botella visibles en la baja productividad de cualquier sector, se originan principalmente en vacíos en políticas verticales, en particular insisto, donde no tenemos competencias ni capacidades.
De ahí que la política de desarrollo productivo debe cambiar su lógica incremental por una disruptiva pero discrecional y por tal condición necesita un apellido que le dé mayor relevancia y contenido, pero además la diferencie propositivamente de la cartilla prevaleciente, por lo cual hablo de Política Productiva Innovadora, además porque toda buena política sin redundancia, debe propender por el desarrollo.