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Al revisar la evolución y el desempeño del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo desde su creación en 2003, con la fusión del Ministerio de Desarrollo Económico y el Ministerio de Comercio Exterior, es correcto aseverar que han primado la filosofía y objetivos de éste último, dado el acento y resultados logrados por el ejecutivo desde entonces, siendo preciso mencionar que esto se comenzó a orquestar en 1990 con el revolcón neoliberal de Gaviria, cacofonía letal que tristemente prevalece ingrávida en la mente de nuestra dirigencia.
Las prioridades se han enfocado casi que exclusivamente en los Tratados de Libre Comercio, que concentran excesivamente el esfuerzo gubernamental con costosas e injustificadas burocracias, que en lugar de adoctrinar a la opinión sobre las bondades e importancia de su trabajo, deberían utilizar su aporte técnico en pensar cómo desarrollar con el concurso internacional, las capacidades endógenas en particular donde no tenemos infraestructura del conocimiento y la producción, que según el balance externo son todos sectores industriales de valor agregado.
Como lo he mencionado en este espacio desde que se creó el dizque llamado programa de transformación productiva, acerca del cual aduzco con argumentos que se trata más de procesos de reconversión que no procuran la inserción real de nuevos sectores dentro del entramado productivo, sino, por el contrario, favorecen a dedo unos, para darle contentillo a la captura interna.
Desafortunadamente ésta pareciera ser la tendencia que resulta posible prever dada la postura actual de la institucionalidad público privada, lo cual sin lugar a dudas plantea desafíos trascendentales a quienes como yo promovemos propuestas que significan un punto de inflexión o quiebre a este nefasto sesgo, que cada día socava nuestras posibilidades de ocupar la posición que merecemos.
Para esto he mencionado que necesitamos un paradigma propio que surja de la innovación social disruptiva y se convierta en una suerte de revolución pacífica y silenciosa, en gracia a principios universales que permitan de manera holística, inclusiva, equitativa, sostenible y sustentable, cerrar las brechas del conocimiento en todas las arenas del saber y las fronteras de la producción.
No se trata de exacerbar el capitalismo de Estado a todas luces contraproducente, ni mucho menos satanizar a las corporaciones transnacionales dueñas mayoritarias de los mercados, sino por el contrario, encontrar las reglas de juego de cómo debe intervenir el Estado en esta disyuntiva, para responder con políticas públicas virtuosas de avanzada sustentadas en enfoques asertivos y eclécticos, para así dilucidar de la mejor manera este acertijo, sobre el cual yo por lo menos desde mi arista, tengo la apuesta realizada, las cartas echadas y la lucha casada.
Ojo, es tan visible el sesgo en el MICT hacia los TLC que su sitio web es www.mincomercio.gov.co en lugar de www.mict.gov.co ¿será que necesitamos otros liderazgos o tal vez otras perspectivas que encausen el tratamiento del problema del desarrollo por donde se debe para poder así llegar a las mejores soluciones?
Coletilla: Para el debate sobre el modelo de desarrollo, pero además respuesta a la insolente acusación del insurgente Márquez, sobre lo que llama la gran prensa, porque vivo el valor de la independencia y el rigor de ésta y me doy el lujo de ser beligerante dada mi visión propia de la guerra de los mercados que vivimos hoy, pero nunca subversivo por la importancia que le doy al orden público como el mejor medio para reivindicar de manera democrática el sentir popular y social.
Aclarar además que el Libertador Simón Bolívar nunca dijo “la verdad pura y limpia”, de suyo un pleonasmo, lo que sí dijo fue “la verdad pura y simple es la mejor manera de persuadir”, también sentenció lo siguiente, clave ahora de recordar: “somos hombres y debemos emplear la razón antes que la fuerza”; “no sé lo que tenga dispuesto la Providencia, pero ella me inspira una confianza sin límites”; “la mejor política es la honradez”; “nada tan peligroso como dejar permanecer el mismo ciudadano en el poder, el pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”; “a la sombra del misterio no trabaja sino el crimen”; finalmente, “unámonos y seremos invencibles, unidad, unidad, deber ser nuestra divisa”.