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“Bájele”, “Bájele”

jueves, 18 de septiembre de 2014
La República Más
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Sí señor, “bájele más, ¡eso es mucho impuesto el que hay que pagar y yo no tengo plata!”. Es una de las frases más sonadas por estos días en las oficinas de los contadores públicos en Colombia, que por esta época están en la ardua labor de elaborar declaraciones de renta de las personas naturales, cuyos vencimientos iniciaron el 12 de agosto. Me refiero a una “ardua” labor porque al complejo ejercicio de interpretar y aplicar la cambiante normatividad tributaria en el momento de realizar una declaración, que en ocasiones se torna ambigua y hasta ilógica, se agrega un factor adicional que no se enseña en la universidad, pero que irremediablemente toca tratar y se aprende a sobrellevar solo con la experiencia: la actitud evasiva que tienen los colombianos en materia de impuestos.

Tal vez incurra en un error al generalizar; no todos los colombianos somos evasores, pero la gran mayoría sí tienen esa actitud cuando de pagar tributos se trata. Justificados o no, todos arguyen un motivo para tributar menos, o incluso para no hacerlo, siendo muy mencionado el hecho de que el gobierno es corrupto y el ciudadano trabaja muy duro como para que unos pocos “avivatos” se roben la plata de los impuestos. 

Al contador  le exigen que aplique sus conocimientos en materia tributaria, que sea “creativo”  y que utilice todos los recursos necesarios para que el impuesto a pagar sea mínimo. Incluso, no les importa si para ello se debe ir más allá de la norma, violándola o desconociéndola.

Para el año gravable 2013, el gobierno decidió aumentar el número de contribuyentes al disminuir considerablemente el tope de ingresos a $ 37.577.000 anuales, lo que indica que en el presente año están declarando empleados que el año pasado devengaron un salario aproximado de 2.900.000.   

Adicionalmente, la pasada reforma tributaria introdujo cambios importantes, entre ellos la creación de nuevos métodos para calcular el impuesto, llamado Iman (Impuesto Mínimo Alternativo) el cual aplica exclusivamente para asalariados, e Imas (Impuesto Mínimo Alternativo Simple) que aplica para asalariados y trabajadores por cuenta propia. Con estos, no solo incrementó el número de declarantes, sino que con el odiado Iman, los empleados que devengaron un salario aproximado de $3.550.000 no solo tendrán que declarar, sino que además tendrán que pagar obligatoriamente un impuesto mínimo de $28.000. Este caso es sencillo, pues es una cantidad que uno creería, cualquier persona puede pagar sin dificultad, pero el asunto se complica cuando se encuentran casos de profesionales que hubiesen devengado $80 millones en el año, sin ningún tipo de retención y al final les toca desembolsar como mínimo alrededor de $1,5 millones por concepto de impuesto a la renta.

Hay que entender que los impuestos son importantes, pues son los recursos con que cuenta el estado para brindar los bienes y servicios públicos que necesita la comunidad. No es posible desconocer los problemas de corrupción que tiene nuestro país, pero tampoco podemos caer en la mala práctica de evadir la obligación que nos corresponde. Por un lado todos los ciudadanos esperamos que los controles frente a la corrupción aumenten, y por otro lado esperar que las leyes frente a la evasión aumenten;  la Dian se está fortaleciendo y hoy cuenta con herramientas y avances que antes no tenía y que permiten realizar cruces de información con las diferentes entidades. 

Como están las cosas hoy, el consejo es: procure que le efectúen retención en la fuente y de esta manera pagar el impuesto de manera progresiva en el año o sencillamente, para pagar menos, ¡gane menos!

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