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WSJ

¿Pueden los franceses eliminar la costumbre de decir hola sin un beso en la mejilla?

jueves, 21 de mayo de 2020

El destino de la bise está en juego mientras el país empieza a reabrir su economía y los franceses vuelven a las calles

The Wall Street Journal

En cafés, oficinas y en casi todos los lugares en Francia siempre ha sido normal saludar a las personas de beso. La bise, como se conoce al tradicional doble beso en la mejilla, es tan arraigado en la vida francesa que se despliega tan casualmente como un apretón de manos. Incluso el presidente Emmanuel Macron saluda a líderes extranjeros así, como descubrió Trump en 2018.

Cuando el país emergió la semana pasada de dos meses de reclusión, los primeros saludos incómodos plantearon una pregunta seria de la vida en la era del distanciamiento social: ¿Francia está dispuesta a despedirse de la bise?

En dos meses, cuando se extendió la pandemia, el saludo casi desapareció, junto con el apretón de manos, el abrazo e incluso el golpe de puño. Durante la procesión del 8 de mayo en los Campos Elíseos en el aniversario de la victoria de la Segunda Guerra Mundial, hasta Macron saludó a funcionarios, tropas y colegas a un poco más de cuatro pies de distancia.

En los primeros días de la pandemia, los franceses se aferraron a esta costumbre igual de arraigada a corregir la gramática de otros. El 5 de marzo, 10 días antes de que Francia impusiera reglas estrictas sobre el confinamiento, 91% de las personas todavía saludaba a los que conocía con beso, según la encuesta de IFOP. Menos de tres semanas después, eso había caído a 14%.

“Se va a sentir poco natural”, dijo Pasa Omerasevic, quien estaba acostumbrada a presenciar docenas de bises al día al administrar el bar de cócteles Bluebird. Por ahora, bares, cafeterías y restaurantes permanecen cerrados. Cuando reabrieron, dijo, “todos tendrán ese momento: ¿Nos besamos? ¿Que se supone que hagamos?”

Para los funcionarios de salud pública, la respuesta es clara: La bise debe irse.

Aunque la ejecución adecuada del ritual tiende a no involucrar el contacto directo entre la boca y la piel, ya que es más una unión de mejillas acompañada de un sonido de beso, el espacio aéreo compartido hace que la bise, epidemiológicamente hablando, sea un desastre: respiración cercana, la cara tocando, narices y bocas se cruzan a escasos centímetros entre sí.

“La bise está poniendo el virus directamente en la superficie de la cara”, dijo Sylvie Briand, directora del departamento para riesgos infecciosos de la OMS. “No quieres que las personas tengan que lavarse la cara cada vez que hacen la bise”. Briand cree que los cálidos saludos en Francia y países como España e Italia jugaron un papel determinante en la propagación del coronavirus.

Pero los especialistas en enfermedades infecciosas no son los únicos que se alegraron de decir au revoir a la bise. El distanciamiento social fue finalmente una cura para la incomodidad de besar a compañeros de trabajo al ingresar a la oficina. El decoro exigía besar a cada persona en la habitación antes de hacer algo: “ha sido un alivio”, dijo Aude Picard-Wolff, alcaldesa de Morette, quien mucho antes del coronavirus, escribió una carta a 73 colegas advirtiéndoles que no quería besarlos. Ella, una persona normalmente puntual, había comenzado a llegar tarde a las reuniones para saltar ese saludo.

“Si alguien te ofrece su mejilla, realmente no tienes otra opción”, agregó, y para las mujeres, en particular, la bise puede parecer una carga. Si bien los hombres pueden darse la mano, la expectativa era que las mujeres desplegaran la bise siempre.

“Me molesta un poco cuando no conozco bien a alguien”, dijo Anaïs Mortier, recepcionista de un consultorio, quién aún así, agregó que, “cuando conozco a la persona, es una señal de cortesía y se siente raro saludar desde la distancia.

La extraña queja no es nueva. El ensayista francés Montaigne criticó las formas de saludos de beso en el siglo XVI y los llamó “una costumbre desagradable, y particularmente insultante para las mujeres, que tenían que prestar sus labios a cada persona con tres lacayos”.

La versión moderna del doble beso casual es más reciente, y se remonta solo a la agitación social de 1968, según Philippe Lichtfus, experto en costumbres sociales, quien explicó que a medida que la sociedad francesa se relajaba, era normal saludar a casi todos los conocidos con un beso o dos. “Todo el mundo lo hace por cualquier motivo”, dijo al referirse a la situación antes del covid. “No es necesariamente íntimo, pero es más cálido”.

Desde que comenzó la pandemia, Francia ha pasado por alternativas a la bise sin llegar a una opción, pero Lichtfus sugirió que esta debería ser la oportunidad para repensar lo que realmente implica un saludo.

Ahora, pese a que Francia rompió el hábito, Lichtfus cree que se recuperará a medida que se vuelva a la normalidad.

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