“Esta es una historia, sino simplificada sí abreviada, del campo en Colombia”

¿De qué trata ‘La Oculta’?
‘La Oculta’ es varias cosas. Primero que todo es una finca, es el título de una novela,  es una región, digamos una vereda, como decimos en Antioquia, que antes era de Jericó y ahora de Támesis, es una región muy bonita de la tierra y en esa misma región mi familia y la familia de mis abuelos, y de mis bisabuelos, abrió hace muchos años una finca. Yo no quise escribir exactamente esa historia de la finca de mis tatarabuelos, que mis hermanos y yo aún conservamos, pero sí me inspiré en el amor que yo siento por esa tierra, por ese paisaje, por la finca nuestra que se llama La Inés y no La Oculta, y escribí esta novela con un nombre y un título mejor que el de la finca real, porque me parece mas bonito La Oculta que La Inés.

Estamos hablando de una finca típica antioqueña donde se sirve un buen café a las 4:30 a.m., donde hay mucho calor humano y buenas conversaciones en las tardes o, ¿de qué tipo de finca estamos hablando?
Es una finca que cuando la abrieron en 1980 era una finca que le dio a esta familia Ángel, de la novela, la subsistencia, la posibilidad de no ser más una familia de campesinos muy pobres, sino de ser un poco más. Era una especie de tierra prometida, pero la historia llega más o menos al 2010 y ya era una finca más pequeña que ya no produce casi nada, fuera del placer, la vista. Pero a través de la historia de esta familia Ángel, de una historia vieja desde la fundación de Jericó, pues pasan por esta familia muchos episodios de la historia de Colombia y sobre todo se trata del apego tan raro que tenemos los antioqueños por la tierra, por una finca, por un espacio real.

Yo le hablaba del café precisamente porque mis abuelos paternos también son, en algo, paisas, pero no de Antioquia sino del eje cafetero, donde también habían ese tipo de fincas.
Bueno esta finca es cafetera, tiene un periodo en la que era cafetera. La finca de mi abuelo tuvo en la parte alta, en la parte más fría de la finca, sembrado de café, beneficiadero de café, y todo eso lo recuerdo en mi infancia: recoger café, mandar el café por una acequia para que lo lavara, que le quitaran la cáscara y lo mandaran a secar. Hoy en día no es así, pero la historia de la finca como finca cafetera también está en la novela.

Como columnista también lo he leído bastante, y en las redes sociales. Es un hombre al que le gusta hablar de política y de los problemas sociales de Colombia
No me gusta, pero me toca.

En la finca hay un tema que es como un poco una simplificación de esos problemas sociales, y es que el dueño de la finca convive con el trabajador y necesariamente hay discusiones...
Bueno en realidad no hay mucho de las relaciones patrón, peón, mayordomo, capataz, pero a través de la finca sí se ven algunos episodios de la guerra civil, de la crisis de los años 30, de la llegada de la guerrilla y los secuestros, de la llegada de los supuestos salvadores: los paramilitares, y entonces el boleto, la cuota, la vacuna y la amenaza de mineros y de los mismo paramilitares que quieren comprar y apoderarse de la finca en alianza con los narcos, y entonces esta, digamos, es una historia, sino simplificada si abreviada, del campo en Colombia, porque a través de esa finca pasan muchas de las cosas que pasaron en el campo y que siguen pasando en el campo en Colombia.

En estos momentos el Presidente y el Gobierno están negociando con la guerrilla en La Habana justamente de esos puntos el campo, usted ¿qué mensaje le mandaría a los que están allá?
Pues yo no les mando mensajes porque yo no creo que lean esto y lo vean. Ningún mensaje en realidad. Yo sí creo que el problema de la propiedad de la tierra, el problema del abandono del campo, el problema de la violencia y desplazados del campo, es fundamental, y que lo estén tratando en La Habana me parece obvio. Porque el origen de la guerrilla de las Farc es campesino.

Yo hace poco estuve haciendo una crónica en el cañón de Las Hermosas, en el sur del Tolima, que es el sitio donde nacieron las Farc y ahí estuve recorriendo el cañón, conversando con muchos campesinos que de alguna manera han convivido o han sido de las Farc, y yo creo que hay muchas regiones de Colombia donde muchos campesinos están esperando de La Habana, primero que todo, cierta tranquilidad, cierta pacificación, que puedan estar en el campo libremente sin la amenaza de ser reclutados por la guerrilla, o sin la amenaza de ser considerados guerrilleros y ser eliminados por grupos, o bacrim, o nuevos paramilitares , pero yo creo que la sed de mucha gente y de muchos antioqueños es recuperar la tierra que perdieron, los ricos porque se tuvieron que ir, y lo pobres porque los desplazaron. Y esta novela habla de esas ansias que tenemos, esas ansias por tener un pedazo de tierra.

No es igual escribir un libro de estos a una columna semanal, ¿cómo manejar ese doble tipo de escritura? Porque son dos tipos de escribir y dos mecánicas muy diferentes
Para mi la columna de opinión es lo que me mantiene más con los pies en la tierra,  por otro lado yo he vivido más del periodismo del periodismo escrito en los periódicos, que de los mismos libros, entonces el periodismo me recuerda la humildad de este oficio, el hecho que uno escribe y cumple unos plazos y cumple unos límites de espacio y de tiempo, porque por eso le pagan cada mes una plata. Tiene unos límites de la verdad de un compromiso estricto con ser muy preciso, ser riguroso con los datos y la verdad. En la columna de opinión, en la argumentación, debe dar datos verídicos, en la novela pues el compromiso no es con la verdad, sino con cosas que parezcan verdad o que pudieron haber sido verdad. No necesariamente las cosas como fueron, sino como pudieron haber sido.