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Con 108 alojamientos formalizados y 22 guías certificados, hoy se afianza como un destino cultural donde se destacan el patrimonio, la música y las rutas religiosas
*Colaboración especial-Adriana Giraldo C.
“Mompox tierra de dios, donde se acuesta uno y amanecen dos, si sopla viento amanecen ciento, y si vuelve a soplar no se pueden contar”. Así narraban los navegantes cómo se llenaba el puerto con buen tiempo en la era de oro del comercio momposino. Sin embargo, la suerte cambió cuando el río desvió su curso y la ciudad quedó detenida en el tiempo.
Ubicado en el delta del Magdalena y siendo la isla fluvial más grande de Colombia, desde 1537, año de su fundación, este puerto conectó a Cartagena con Bogotá y fue la tercera ciudad más importante de la colonia.
Por sus aguas ingresaban al interior las mercancías provenientes de Europa, y salían metales preciosos y alimentos exóticos como el cacao, rumbo a la corona. La navegación evolucionó desde piraguas a “champanes” movidos a remo por bogas y, a inicios del siglo XIX, el comercio se hizo por vapores. Sin embargo, en 1860 el río cambió su curso, se interrumpió la navegabilidad y la ciudad entró en un letargo que duró más de 100 años.
Gracias a la persistencia de sus habitantes que conservaron sus construcciones para honrar un pasado glorioso, fue nombrada monumento nacional en 1959 y patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1995. Desde entonces los esfuerzos se han centrado en conectarla y visibilizarla.
Hasta hace poco más de una década a Mompox solo se llegaba en ferry desde Cartagena, luego de un largo y caluroso viaje. Hoy cuenta con rutas de ingreso terrestre desde Valledupar, Cartagena, por el puente Guamal que une Bolívar con Magdalena y a dos horas desde Corozal, cruzando el Roncador, el puente más largo de Colombia. Así mismo se llega por vuelos directos desde Medellín y Cartagena y están buscando establecerlos desde Bogotá.
En Mompox hay 600 casas coloniales, el Colegio Pinillos, la primera universidad del Caribe colombiano; la piedra de Bolívar donde está la bitácora de las 8 visitas del Libertador, el antiguo mercado público y siete iglesias entre las que sobresalen una basílica y la Iglesia de Santa Bárbara, con influencia árabe.
Decorado con símbolos masones y donde descansan personajes como el hombre de confianza de Bolívar, el general Hermógenes Masa, el cementerio, también es el hogar de más de 30 gatos que descansan y deambulan por las lápidas con tranquilidad. Esta costumbre inició tras la muerte prematura de un miembro de la familia Serrano a la que apodaban “los gatos”, quienes llevaban comida a una gata negra que dormía sobre los restos de su familiar. A ella la siguieron otros animales y hoy el cementerio es el hogar de más de 30 felinos, cuidados por la alcaldía.
Esta práctica ancestral integra la herencia orfebre indígena y la joyería europea. Con oro y plata fundidos se elaboran delgados hilos de metal que posteriormente se tejen en una minuciosa mezcla de técnica y paciencia hasta ir elaborando de forma concéntrica los diseños. Este oficio ha pasado de generación en generación y, aunque estuvo reservado a los hombres, hoy se practica sin discriminación.
A hora y media río abajo se llega a la Ciénaga de Pijiño, un generoso lugar para el avistamiento de flora y fauna y experimentar un ecosistema sorprendente. La ruta se puede hacer en el amanecer para oír el canto de las aves o en el atardecer para vivir la emoción que sentían los navegantes al llegar a este precioso puerto.
La temperatura en Mompox puede sobrepasar los 40 grados y hay que buscar la manera de refrescarse. Sus frutas exóticas como el corozo, tamarindo y mamoncillo abundan y con ellas vino y jugos artesanales. Así mismo, el queso’e capa, la butifarra ahumada, y platos caribeños como arroz de chorizo momposino, pato y gallina guisada.
Del 10 al 14 de septiembre se está celebrando este tradicional festival. Para el secretario de Cultura y Turismo, Luis Alfredo Domínguez, “es una locura hecha realidad ya que hizo de este ritmo un pretexto para crear otro pico turístico adicional a la Semana Santa”.
Este año hay dos escenarios: la tarima Macondo y el parque del jazz donde confluyen varios ritmos y artistas como Oscar Acevedo, Cimarrón, Checo Acosta, Arabella Rústico de Italia, Mister Black y Carlos Vives, entre otros. “Traer a Vives ha sido el sueño de los momposinos quienes saben que él se hizo grande en este distrito cuando grabó Escalona”, afirma Domínguez.
Resulta esperanzador ver que el plan de preservación y mejoramiento de la isla se ha sostenido en el tiempo y ha sobrevivido a tres cambios de gobierno. Esta política de largo plazo ha permitido la pavimentación de la albarrada y de las principales calles, la renovación del alcantarillado y la construcción del parque del jazz para honrar este festival que le ha dado un nuevo aire al turismo.
Con 108 alojamientos formalizados y 22 guías certificados, hoy Mompox se afianza como un destino cultural donde se destacan el patrimonio, la música y las rutas religiosas, con productos complementarios en turismo de naturaleza. Por eso este destino hace parte de la lista de imperdibles del Caribe colombiano.
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