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Hace poco, un concepto que vuelve a relucir gracias al boom de la inteligencia artificial generativa es la GeoIA, que se refiere a la integración de geografía e IA, una herramienta poderosa para las organizaciones
Los fenómenos que más le importan a una empresa ocurren en un lugar concreto. De ahí que, cuando la IA se aplica a datos geográficos, la cartografía deja de ser un cuadro colgado en la pared y se convierte en un sistema de preguntas y respuestas que aprende del entorno, detecta patrones, infiere relaciones y propone acciones. Su trascendencia: elevar la toma de decisiones empresariales.
Hace poco, un concepto que vuelve a relucir gracias al boom de la inteligencia artificial generativa es la GeoIA, que se refiere a la integración de geografía e inteligencia artificial. Uno de sus propósitos es que las organizaciones dejen de ver mapas como una herramienta de consulta y empiecen a preguntarle al territorio, directamente.
Según el informe del Índice de IA 2025 de Stanford University, en 2024 78% de las organizaciones ya usaba IA, frente a 55% en 2023, y que la inversión privada en IA en EE.UU. creció casi 12 veces en comparación con China y Reino Unido, lo que claramente comprueba que la IA, entre otras cosas, viene ayudando a aumentar la productividad y, en la mayoría de los casos, a reducir las brechas de habilidades en la fuerza laboral.
Lo anterior puede llevar a formularnos la pregunta ¿qué aporta este concepto en la operación cotidiana empresarial? La respuesta es corta pero profunda: en que pasamos de mapas a modelos. La cartografía deja de ser un fin para transformarse en insumo de aprendizaje. Esa transición se traduce en impacto operativo cuando se rediseñan flujos de trabajo.
Las preguntas estratégicas de cualquier gerencia encuentran aquí respuestas accionables: ¿Dónde están hoy los mejores clientes y ubicaciones y dónde es probable que estén mañana?, ¿dónde se ubican los recursos críticos y cómo operar con el menor impacto sobre el medio ambiente y las especies amenazadas?, ¿qué activos quedan en peligro por el aumento del nivel del mar, calor extremo u otros riesgos climáticos? Es así como esta increíble integración convierte grandes volúmenes de datos geográficos e imágenes en priorización de inversiones, reducción de costos y mitigación de riesgos.
De cara a esta integración, no podemos olvidar que los Sistemas de Información Geográfica, SIG, son, por naturaleza, creadores y consumidores de buenos datos: almacenan, procesan, analizan, disponen y visualizan información espacial para ofrecer una ventaja competitiva decisiva: la inteligencia de la ubicación. Esa inteligencia permea uso de la tierra, planeación urbana, energía, recursos naturales, agricultura, océanos, evaluación ambiental, ingeniería, gestión de activos, transporte, servicios públicos, defensa y seguridad, desastres, educación, salud pública, análisis económico, localización inteligente y análisis de negocios, entre muchos otros. Con IA, ese valor se multiplica, al tiempo que la adopción empresarial escala con efectos comprobados en productividad.
El mensaje para quienes toman decisiones es claro: si su organización mira el territorio para operar, sea ciudad, red, cuenca, predio o corredor logístico, ya no basta con ver; ahora hay que preguntarle al territorio qué necesita. La GeoIA llega para convertirse en el mecanismo para que el territorio, por fin, responda, y para que esa respuesta se traduzca en horas ahorradas, mejores márgenes y decisiones más rápidas, efectivas y trazables.