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Uno de los elementos más visibles fue su intento de reposicionar a Estados Unidos como un actor central en la resolución de conflictos internacionales
El primer año del nuevo mandato de Donald Trump estuvo marcado por una agenda intensa y deliberadamente confrontacional, tanto en el frente internacional como en la política interna. Lejos de optar por una etapa de transición, Trump utilizó 2025 para reafirmar su estilo de gobierno y dejar claro el rumbo que pretende seguir durante el resto de su presidencia. Cinco grandes ejes explican el tono y las decisiones que definieron este primer año.
Uno de los elementos más visibles fue su intento de reposicionar a Estados Unidos como un actor central en la resolución de conflictos internacionales. Trump retomó la diplomacia directa y personalista, apostando por negociaciones de alto nivel y por un enfoque pragmático que prioriza resultados rápidos sobre consensos multilaterales. Su discurso insistió en la idea de que Washington debía “hacer acuerdos” y no limitarse a administrar conflictos heredados.

Aunque los avances fueron desiguales y en muchos casos más simbólicos que estructurales, estos esfuerzos reforzaron su narrativa de líder negociador y le permitieron proyectar una imagen de protagonismo global.
En paralelo, la política comercial volvió a girar alrededor de los aranceles como herramienta de presión. Trump reactivó esta estrategia con el argumento de proteger la industria nacional y corregir desequilibrios comerciales históricos. Los aranceles no solo se plantearon como un instrumento económico, sino también como un mensaje político hacia socios y rivales. El acceso al mercado estadounidense estaría condicionado a concesiones claras y agresivas.
Esta línea reavivó tensiones comerciales, generó incertidumbre en sectores productivos y volvió a instalar el debate sobre sus efectos en precios, cadenas de suministro y competitividad, pero confirmó que el proteccionismo sigue siendo una pieza central de su visión económica.
La política migratoria ocupó nuevamente un lugar prioritario en la agenda presidencial. Durante 2025, el Gobierno endureció los controles fronterizos, restringió los mecanismos de asilo y reforzó la presencia federal en la frontera sur, con gran involucramiento de ICE y la idea de usar fuerzas militares en varia de las ciudades más grandes del país. Más allá de las medidas concretas, la migración funcionó como un eje de confrontación política interna.
Trump utilizó el tema para marcar diferencias con estados gobernados por demócratas, con el sistema judicial y con organizaciones civiles, consolidando un discurso de “orden y soberanía” que moviliza a su base y mantiene la polarización como parte estructural de su estrategia de poder.
En América Latina, el foco estuvo puesto en el conflicto con Venezuela. La administración Trump endureció su postura frente al gobierno venezolano, combinando sanciones, presión diplomática y una retórica abiertamente crítica a la legitimidad del mandato de Nicolás Maduro y de su presunto rol en el Cártel de los Soles.
Este enfoque no solo respondió a consideraciones ideológicas, sino también a factores regionales como la migración, la seguridad y el impacto energético. El caso venezolano se convirtió así en una señal hacia el resto de la región. Estados Unidos retomó una política más dura frente a gobiernos considerados adversarios, aun a costa de tensiones diplomáticas y efectos colaterales.
El quinto gran eje del año fueron las tensiones con la Reserva Federal de Estados Unidos, especialmente con su presidente, Jerome Powell, tildándolo muchas veces de incompetente para su puesto. El mandatario estadounidense cuestionó de forma reiterada la política monetaria, presionando por recortes más rápidos de las tasas de interés para estimular el crecimiento y reducir el costo del crédito. Estas críticas públicas reabrieron el debate sobre la independencia del banco central y añadieron ruido a los mercados financieros.
Aunque la FED mantuvo su postura técnica centrada en inflación y estabilidad, el pulso con la Casa Blanca evidenció la disposición del presidente a desafiar límites institucionales cuando considera que interfieren con su agenda económica.
En conjunto, estos cinco ejes muestran que 2025 no fue un año de moderación ni de búsqueda de consensos. El primer año del mandato de Donald Trump funcionó como una declaración de intenciones: un gobierno decidido a ejercer el poder con presión directa, mensajes fuertes y una lógica de confrontación controlada. Ese tono inicial no solo definió la agenda del año, sino que anticipa un mandato marcado por disputas internas, tensiones internacionales y un debate permanente sobre los límites del poder presidencial.
El peso mexicano se aprecia, manteniéndose por debajo de la línea de 18 por dólar, en un mercado que espera la publicación de las minutas de la FED.
El presidente estadounidense ha afirmado previamente que ya autorizó personalmente a la CIA a realizar operaciones encubiertas en Venezuela
El comandante estratégico operacional de la Fanb, Domingo Hernández Lárez, señaló que este tipo de acciones forman parte de una estrategia permanente para combatir el uso ilegal del espacio aéreo