Desempleo alto y agitación social en Sudáfrica como telón de fondo de Ómicron

Sudáfrica es la economía más desarrollada del continente africano, pero como casi todo el mundo, también se vio sacudida por la pandemia del covid-19.

Y allí, el impacto de los confinamientos y restricciones dejó una huella más traumática.

El Producto Interno Bruto sudafricano se contrajo 6,4% en 2020, y hoy tiene la tasa de desempleo más alta del mundo, según datos del Banco Mundial, seguido por Cisjordania y Lesoto.

El país ha venido siendo el tema central en los titulares mundiales en los últimos días desde que registró la aparición de una nueva y más infecciosa variante de covid-19, denominada B.1.1.529 y luego identificada como Ómicron por la OMS.

La primera reacción de los gobiernos mundiales fue aislar a Sudáfrica, y luego a los demás países de la región, restringiendo los viajes desde y hacia esa parte del mundo. En consecuencia, hay una enorme incertidumbre por los efectos de esta nueva fase de la emergencia global en una economía que ha demostrado ser fráfil y que ya ha sido duramente golpeada, no solo por el coronavirus sino por una serie de protestas que azotaron al país en julio de este año.

Según el instituto oficial de estadísticas de ese país, Stats SA, la tasa de desempleo en Sudáfrica volvió a marcar una cifra récord en el tercer trimestre de 2021, de 34,9%. Durante esa época se presentaron fuertes disturbios y saqueos que dejaron alrededor de 300 muertos, tras el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma.

Antes de que se descubriera Ómicron, Sudáfrica venía manteniendo una recuperación sostenida, aunque ralentizada por la ola de manifestaciones. Según el más reciente informe de perspectivas de la Ocde, se proyecta que el crecimiento del PIB repunte al 5,2% este año, pero se desacelerará a un 1,9% en 2022, y al 1,6% en 2023. Pero la misma Ocde alertó que la nueva variante pondrían en peligro la recuperación de Sudáfrica y del mundo.

Esta reacción mundial contra Sudáfrica trajo muchas críticas de sus habitantes, como es el caso de la vocera de la Alianza Africana, Ayoade Olatunbosun-Alakija, quien denuncia que la aparición de la variante se debe a la desigualdad en el suministro de las vacunas.

“No pudimos compartir las vacunas con el mundo. Nuestro sistema global está roto. Necesitamos una solidaridad mundial de una vez cada cien años. La aparición de esta variante era inevitable. Se debe a la falta de vacunación por el acaparamiento de vacunas por parte de los países desarrollados”, afirmó Olatunbosun-Alakija.

En efecto, la revista Science dio a conocer recientemente que mientras que 66% de la población de países de ingresos altos está completamente vacunada, solo 2,5% de la población de los países pobres está completamente protegida, lo que mantiene la incertidumbre sobre la mayor parte de la región africana.

Sobre esto comentó el analista económico Juan Camilo Santana: “La incertidumbre va a depender fundamentalmente de cómo se dan las respuestas respecto a cómo se va a atacar el problema de las nuevas variantes. A partir de ese punto, ya se puede empezar a entender cuál es el nivel de gravedad que pueden tener las nuevas variantes”.