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COMERCIO

Los líderes de la Unión Europea se preparan ya para que suceda un Brexit caótico

miércoles, 17 de octubre de 2018

El binomio rentabilidad/riesgo está totalmente descompensado: hay mucho de lo segundo y muy poco de lo primero

Expansión - Madrid

Los líderes de la Unión Europea a Veintisiete aguardan hoy con pocas esperanzas la intervención de la primera ministra británica en el encuentro que se celebrará en la capital europea.

Seguir confiando en lo mejor, pero prepararse para lo peor. Ese es el estado de ánimo que se impone en Bruselas a pocas horas de que Theresa May, primera ministra británica, se reúna con el resto de líderes europeos en la capital europea y les traslade su análisis de situación de las negociaciones del Brexit.

El problema es que en este caso el binomio rentabilidad/riesgo está totalmente descompensado: hay mucho de lo segundo y muy poco de lo primero. "Lo peor" es un Brexit caótico, en el que el 29 de marzo Reino Unido pasa a ser un tercer estado con respecto a la Unión Europea y se levantan todo tipo de barreras comerciales, económicas, sociales y políticas. Y "lo mejor" no deja de ser un escenario en el que, por pequeñas que acaben siendo, se crearán barreras donde ahora no las hay.

Tras el fiasco de la cumbre de Salzburgo el pasado 20 de septiembre, los 27 se dieron hasta el mes de octubre para cerrar un acuerdo de separación civilizado con Londres, que incluya una etapa de transición para evitar las disrupciones que supondría un Brexit duro. Pero el principal obstáculo para cerrar ese acuerdo sigue estando donde estaba hace tres semanas: cómo hacer que el Bréxit no eleve de nuevo una frontera económica y regulatoria entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, pero, a su vez, tampoco la imponga entre Irlanda del Norte y el resto del territorio británico.

La solución europea (que el Ulster se alinee regulatoriamente con Dublín en lugar de con Westiminster) es políticamente tóxica para May, cuyo Gobierno depende del apoyo de los unionistas irlandeses. Pero una solución que convierta la frontera británico-irlandesa en un coladero del mercado único es igual de inaceptable para Bruselas.

Una alta fuente comunitaria resumía ayer así la situación: "Un escenario de no acuerdo presenta problemas reales para los veintisiete [...] tal vez no tan dramáticos como en Reino Unido, pero aún así van a afectar a la vida del continente [...] No podemos mantener en pausa los preparativos para ese escenario" .

En la práctica, iniciar los preparativos para amortiguar en lo posible el impacto de un Brexit caótico es la consecuencia lógica de la advertencia lanzada el lunes por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, cuando afirmó que un escenario de no acuerdo es en estos momentos "más probable que nunca".

La posición de los 27 aquí es que la responsabilidad de encontrar una solución creativa y eficaz a la cuestión de la frontera irlandesa recae sobre Londres, que es quien ha decidido marcharse. Y no hay muchas esperanzas de que May traiga esa solución debajo del brazo esta noche.

Esta melodía se escuchó también ayer en Luxemburgo, donde se celebró un Consejo de la Unión Europea de Asuntos Generales, al que acudieron ministros de Asuntos Exteriores y secretarios de Estado de la Unión Europea. El encuentro fue un buen termómetro para medir el estado de ánimo de la UE con las negociaciones con Reino Unido.

El negociador jefe de la Unión Europea, Michel Barnier, ya advirtió de que nadie esperase acuerdos para hoy, ni tan siquiera para los próximos días. De haber algo, sería cuestión de semanas. En una línea similar se expresó el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, quien aseguró que "es poco probable que acordemos muchas cosas mañana [por hoy]".

La ministra francesa de Asuntos Europeos resumió la situación con pocas contemplaciones: "Podemos tener un Brexit suave o uno complicado, pero tenemos que estar preparados por si no hay acuerdo".

Y su homólogo alemán, Michael Roth dejó bien claro quien debe ser proactivo y desatascar la situación al pedir a May que "asumiera su responsabilidad y sea constructiva". Hubo hasta un ministro, el letón Edgar Rinkevics, que se atrevió a asignar probabilidades al acuerdo: al 50%.

Niebla en el canal
Por la parte británica, las declaraciones de su representante ayer en Luxemburgo volvieron a evidenciar su aislamiento total. El subsecretario de Estado del Departamento para salir de la UE, Martin Callanan, dijo todo lo contrario de lo que defienden sus todavía socios: "No puede haber una frontera en el Mar de Irlanda. No dejaremos que la UE nos imponga nada en ese área. Cualquier acuerdo que negociemos debe ser temporal".

Esas palabras de Callanan resumían buena parte de las líneas rojas que atenazan la estrategia de Downing Street, pero, de momento, y al menos de cara a la cumbre de hoy, parece que May ha logrado una tregua de sus ministros más críticos. El lunes por la mañana, la primera ministra compareció casi por sorpresa en el Parlamento británico para asegurar que era momento de mantener "la cabeza fría" a la hora de negociar. Ayer por la mañana, May logró el respaldo de todo su Gobierno para negociar en la recta final del Brexit, después de una reunión de dos horas y media celebrada en Downing Street. Incluso los ministros euroescépticos (8 en total) dieron su apoyo a la primera ministra, sabiendo que se trata de un momento clave para Reino Unido. "Si como Gobierno nos mantenemos firmes y unidos, podemos lograrlo", aseguró May.

Un portavoz del Gobierno indicó que los ministros llegaron al acuerdo de que la solución que se ofrezca a Irlanda pasa por idear "un mecanismo que clarifique y defina cómo se será la frontera en el futuro". Sin embargo, nadie en Londres parece tener muy claro cuál va a ser este mecanismo ni tampoco qué fecha se va a poner cómo límite para llegar a un acuerdo.

El buen tono de la reunión, tal vez por la falta de tiempo y la firmeza mostrada por Bruselas, contrasta con los intentos de rebelión lanzados contra la primera ministra en las últimas semanas. Desde Downing Street se aseguró ayer que nadie había amenazado con dimitir de su puesto en el Ejecutivo, frente a lo que sucedió antes del verano, cuando May presentó el famoso plan Chequers. Varios ministros, entre ellos Boris Johnson, dejaron sus puestos a las pocas horas por estar en desacuerdo con la visión de la primera ministra.

Los últimos mensajes de May dejan claro que el objetivo de Londres es rebajar la tensión ante la comparecencia de la primera ministra en la cumbre de hoy, que tendrá lugar antes de la cena con los jefes de Estado de los 27 países miembros. Todavía se recuerdan los visibles desencuentros que hubo en la última cumbre de Salzburgo y de los que la primera ministra salió mal parada.

Esta noche May tendrá la oportunidad de suturar la herida abierta en Austria. Pero si hacemos caso al letón Rinkevics y su 50% de probabilidades de alcanzar un acuerdo, la cosa está para echarse a temblar. Si tiene razón, Bruselas y Londres se están jugando a cara o cruz un Brexit caótico. La niebla en el Canal es más espesa que nunca.

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