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HACIENDA

La distribución de la riqueza sería injusta para 85% de los latinoamericanos

viernes, 11 de septiembre de 2020

La pandemia del covid-19 incrementó la desigualdad en la región América Latina y con esta creció la percepción negativa de sus habitantes

América Latina ha tenido un fuerte impacto por el covid-19, Brasil, Perú, Colombia, México, Argentina y Chile se encuentran entre los 15 países con mayor número de contagios, y las medidas de los gobiernos para mitigar la crisis han traído como consecuencia un incremento en la desigualdad en la región.

Son los mismos latinoamericanos quienes perciben la desigualdad, según una encuesta que realizó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 85% de los consultados considera que la distribución de ingresos en la región es injusta.

Actualmente, y según cifras del BID, en el país promedio de América Latina y el Caribe, el 10% más rico de la población gana 22 veces más que 10% más pobre. En cuanto a los ingresos antes de impuestos, el 10% con más ingresos gana más de la mitad del ingreso nacional.

“América Latina sin duda es una región donde por décadas ha permeado la desigualdad, ahora entrando a la segunda década de este siglo, sin duda aumentará en el sentido de que la pandemia estará arrojando 223 millones de nuevos pobres, con base en la Cepal”, comentó José Ignacio Martínez, docente y coordinador de Lacen-Unam.

“Las oportunidades desiguales basadas en la raza o el género, el acceso desigual a los servicios de salud y a buenas escuelas, el tratamiento desigual ante la ley y la dignidad desigual en la manera en que las personas son tratadas en la sociedad también moldean las percepciones”, añade el BID.

Esta desigualdad que perciben los ciudadanos se ha incrementado como resultado de las medidas de contingencia para enfrentar la pandemia, pues como resultado del alto porcentaje de informalidad y la poca productividad de la región, el aislamiento social habría incrementado el desempleo y por lo tanto, disminuido los ingresos.

LOS CONTRASTES

  • José Ignacio Martínez CortésDocente y coordinador de Lacen- Unam

    “Con la pandemia nos estamos enfrentando a una nueva desigualdad que es la referente a la tecnológica, en la población que tiene América Latina encontramos un fuerte rezago”.

  • Mateo Rivera ArbeláezExperto en Estudios Económicos y Competitividad Ccmpc

    “El covid-19 ha puesto en evidencia las fragilidades de nuestra sociedad y los costos de oportunidad intrínsecos a una economía con altos niveles de informalidad que nos deja expuestos”.

El más reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo señala que a pesar de que América Latina ha sufrido varias recesiones en los últimos años, esta en especial ha afectado a la población vulnerable y con ingresos más bajos.

Según cifras del informe en 70% de las familias ubicadas en el quintil de menores ingresos al menos uno de sus integrantes perdió el empleo durante la pandemia, mientras que en el quintil más alto la cifra habría sido de 20%.

En cuanto a las oportunidades para teletrabajar, los dos primeros quintiles registran que en 33% de los hogares tenían al menos un familiar haciendo teletrabajo, mientras que en los quintiles con los ingresos más altos la cifra era de 65% (Ver gráfico).

La imposibilidad de hacer teletrabajo no solo estaría conectada con el acceso a internet o herramientas tecnológicas. Según señalan expertos convocados por el BID en el caso de los empleos de los trabajadores menos cualificados, o los sectores del comercio minorista, construcción, agroindustria, y todos aquellos que requieren proximidad personal, no tienen la opción de migrar hacia la digitalización del trabajo.

El informe señala que este tipo de crisis afecta también a otro grupo poblacional: la clase que tiene ingresos medios, pero que se encuentra cerca al umbral de la pobreza, pues un cambio repentino en sus ingresos podría hacerla volver a esa clasificación.

Por ello, el BID sugiere que los cambios en los niveles de desigualdad que están anclados a los porcentajes de pobreza son mucho más frágiles pues pueden cambiar con mayor facilidad. Por ejemplo, de 2002 a 2012 el porcentaje de pobreza pasó de 42,3% a 27, 7% y en 2018 la cifra cayó a 23,1%, tiempo en el que el porcentaje de desigualdad también se redujo.

“Los grandes perdedores de la pandemia son los hogares más pobres y aquellos que lograron la transición de la pobreza hacia la clase media, los cuáles muy seguramente han visto como en los últimos meses su calidad de vida ha empeorado sustancialmente”, añadió Mateo Rivera, experto en Estudios Económicos y Competitividad de la Cámara de Comercio de Manizales por Caldas (Ccmpc).

En cuanto al histórico de desigualdad en América Latina y el Caribe, el BID se enfocó en las cifras del coeficiente de Gini, un medidor de desigualdad salarial, que mostraban una disminución transitoria desde 1990 hasta 2018, que pasó de 0,53 a 0,2 en ese periodo.

El contexto en 1990 era que el 10% más rico de la población ganaba 45 veces más de lo que ganaba el 10% más pobre, sin embargo, pese a que la cifra de desigualdad bajó, el informe señala que la región aún está lejos de converger con los niveles de otras economías.

“Que la desigualdad haya disminuido durante determinados periodos de tiempo no significa ni que se haya corregido en términos absolutos ni que la diferencia de rentas entre las clases favorecidas y las más desfavorecida se haya estrechado”, añadió el periodista español Albert Garrido frente al caso.

Entre los factores que influyeron en la disminución de la desigualdad, al menos, en el coeficiente de Gini, están las mejoras en el mercado laboral para los hogares de menores ingresos, el crecimiento en la participación laboral femenina y los cambios salariales, entre otros.

Sin embargo, con la crisis actual todos estos elementos que ayudaron a la disminución de la desigualdad durante años anteriores volverán a ser objeto de estudio para los gobiernos de la región.

Los gobiernos de la región han optado por brindar ayudas públicas en la crisis

Como señala el informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la población de los quintiles con menores ingresos fue la que más resultó afectada con la crisis actual y las medidas de mitigación del virus.

Por ello, los países de la región optaron por brindar ayudas públicas durante el confinamiento, esto, según señala el BID, “en un intento por impedir una crisis humanitaria”. Se entregaron ayudas económicas, subsidios, mercados y otros beneficios que buscaban garantizar el sustento de estos hogares.

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