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De 2000 a 2023 el número de defunciones por cáncer de mama pasó de 3.419 defunciones, con una tasa de 14,6 por cada 100.000 mujeres a 7.767 defunciones y una tasa de 19,8
La pura palabra siembra el miedo. Cuando se miran los registros oficiales que muestran la escalada de la incidencia y muertes en las últimas dos décadas, la preocupación se hace presente. Pero si se toma en cuenta quiénes están en esas historias atrapadas en cifras, la escena se descompone. No es lo mismo el cáncer de mama que el cáncer de mamá, y como país se hace poco para atacar el problema.
De acuerdo con cifras del gobierno mexicano, de 2000 a 2023 el número de defunciones por cáncer de mama pasó de 3.419 defunciones, con una tasa de 14,6 por cada 100.000 mujeres a 7.767 defunciones y una tasa de 19,8, lo que quiere decir que hubo 35,6% de incremento en la tasa de incidencia.
En 2023 fueron 8.034 personas, 99,5% mujeres, y la tasa de mortalidad de 17,9 por cada 100.000 mujeres. Entre 2000 y 2023, salvo 2013 y 2022 que registraron un casi imperceptible descenso en la tasa de mortalidad, todos los años ha habido un incremento constante.
El problema, refiere María Luisa Guisa Ortega, directora general de la reconocida Fundación de Cáncer de Mama es que hay una cifra negra de casos que jamás se detectan y en esta enfermedad la detección a tiempo marca poderosamente diferencias.
Eso se debe a que, como país, hay una baja capacidad institucional para enfrentar el problema.
Estadísticas de Defunciones Registradas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi, muestran que Sonora tiene la tasa más alta de defunciones de mujeres de 20 años o más por cáncer de mama, con 27,5 por cada 100.000 mujeres. La desgracia es que en esa entidad las instituciones de salud del gobierno solo tienen siete tomógrafos. “Imagínate tú si son suficientes para una entidad con una geografía tan grande como esa”, cuestiona Guisa Ortega.
Completan la lista de las primeras cinco entidades con más alta tasa de defunciones por esa causa Chihuahua, con 25,2; Coahuila, con 24, Nuevo León, con 23,9 y Jalisco, con 22,4. Los estados con menor tasa de incidencia son Campeche, con 9,9; Guerrero, 11; Chiapas, 11,5 y Oaxaca, 12,2.
El cáncer de mama es una enfermedad que se caracteriza por la multiplicación descontrolada de las células de mama que lleva a la formación de tumores malignos. De no tratarse en forma oportuna, puede diseminarse por todo el cuerpo a través de los vasos sanguíneos y linfáticos y causar la muerte.
Y si se pregunta a quiénes mata las estadísticas muestran que, tan solo en 2022 el mayor número de mujeres fallecidas por esa causa tenían entre 45 y 65 años. Si se quiere más precisión el mayor grupo de entre 50 y 64.
Eso a pesar de que se trata de una enfermedad en la que aumenta la tasa de mortalidad conforme el paciente envejece. 12 por cada 100.000 entre las mujeres de 40 a 44 años y de 53,9 en las de 75 a 79.
En el “Lineamiento Técnico para la Prevención, diagnóstico, Tratamiento, Control y Vigilancia Epidemiológica del Cáncer de Mama en México”, del gobierno federal, se reconoce que representa la primera causa de mortalidad por neoplasias malignas en el país en mujeres de 25 años y más.
También que, a pesar de los esfuerzos realizados en el país para atender este importante problema de salud pública, sólo se ha logrado frenar el ritmo acelerado de mortalidad por cáncer de mama observado a principios de este siglo, pero se ha mantenido una tendencia ascendente, lo que indica la importante necesidad de incentivar los esfuerzos para incrementar la cobertura y la calidad de las acciones para la prevención, diagnóstico, tratamiento, control y vigilancia epidemiológica de este tipo de neoplasia maligna.
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