El gravamen sobre las transacciones financieras o ITF es un impuesto de amor y odio. Por un lado los gobiernos, particularmente en Latinoamérica, lo consideran como una forma fácil y efectiva de recaudar grandes cantidades de fondos y combatir actividades ilícitas. Sin embargo, esta comodidad viene a un alto precio ya que este impuesto reduce al largo plazo las actividades financieras y crean costos para el mismo gobierno.
Seis países de Latinoamérica, Colombia, Republica Dominicana, Argentina, Bolivia, México y Perú, aun se aferran a los impuestos sobre los movimientos financieros. Hace dos o tres años, Venezuela, Ecuador, Brasil y Chile también tenían alguna variación de este impuesto pero desde entonces fue cancelado. En todos los casos el gravamen sobre las transacciones financieras fue consecuencia de la crisis de los años 90 y los altos déficits presupuestales de los países.
Luis Nelson Beltrán, PhD en integración y desarrollo económico, explicó que los impuestos como el cuatro por mil de Colombia son una distorsión de la idea de James Tobin, quien en la década de los setenta sugirió que este tipo de impuesto fuera impuesto sobre las transacciones financieras internacionales para “estabilizar y refinanciar los mercados capitales en tiempos de crisis”, explicó. En los noventa en varios países de la región latina, hubo un desbalance en los mercados de la divisas creando grandes déficits en los presupuesto incluyendo el de Colombia, por lo cual el país implementó el ese entonces el dos por mil. Sin embargo en los países latinoamericanos se presenta una tendencia a mantener estos impuestos por un mediano o largo plazo.
Alfredo Barragán profesor de la Universidad de los Andes y experto en bancaria, dijo que la razón por la cual los gobiernos prefieren este impuesto es por su fácil recaudación que se apoya en el sistema financiero. “Si el estado quiere subirse el sueldo de forma rápida usa el impuesto del cuatro por mil porque se abona directamente a su cuenta.” Con otros impuestos, como el de propiedad, el Estado debe esperar hasta que los ciudadanos hagan sus declaraciones para recibir el ingreso.
En ciertos casos incluso se ve como un impuesto progresivo ya que puede aplicar solo a transacciones de valores altos como es el caso de México donde se aplica el 3% a depósitos de más de $15,000 pesos mexicanos (US$1.206), así excluyendo del impuesto a las clases más vulnerables y en teoría redistribuyendo los ingresos.
No obstante, la razón más clara por la cual los gobiernos se apegan a este impuesto es su capacidad de recaudación. En Colombia se recaudaron más de $5.000 millones durante 2012 y en Argentina donde se cobra el 6% a débitos y créditos bancarios se recaudó más de 43.000 millones de pesos argentinos (más de US$800 millones).
Aunque pueda parecer exagerado, Beltrán dice que el impuesto en Argentina está implementado de manera similar al impuesto de Tobin ya que se aplica a las transacciones de afuera y se usa para evitar la fuga de capitales que sufrió durante el año pasado. “Yo soy de la tesis de que el modelo proteccionista va a volver. En el caso de Argentina es muy razonable porque ellos perdieron más de US$12.000 en capitales”.
En el caso de Colombia, es otro cuento el cuatro por mil, se implemento de manera temporal en 1999 pero ahora se usa para suplementar el presupuesto nacional lo cual lo hace difícil de eliminar. “Se ha convertido en una fuente importante de ingresos. No lo pueden quitar porque recauda por un lado y se gasta por el otro lado,” dijo Beltrán.
A pesar de sus aparentes beneficios el impuesto tiene un costo alto para la matriz financiera porque desestimular la interacción bancaria y obliga a los consumidores a hacer sus transacciones en efectivo, quitándole así ganancias a los bancos.
Miguel Medellín, director de investigaciones de Asobancaria, dice que incluso en ciertos casos el prolongamiento de este impuesto crea la misma evasión de este. “Al perder la intervención financiera no hay un fácil control de los flujos financieros entre agentes. Entonces las transacciones se hacen por afuera del margen del impuesto.
Barragán sugiere reemplazar el impuesto como por uno más ‘progresivo’ como el de renta.
La desaparición del cuatro por mil
El impuesto fue creado por el presidente Andrés Pastrana para fortalecer el sistema financiero y se aplicó en su principio como el dos por mil. Durante el mandato de Alvaro Uribe se incrementó al cuatro por mil y actualmente se esta buscando por medio de la reforma tributaria desparecerlo gradualmente. En este momento hay un cronograma para eliminar este impuesto totalmente para 2018, dijo Miguel Medellín, director de investigaciones económicas de Asobancaria. Sin embargo esto implica el problema de cómo se deberá reemplazar los fondos perdidos de este impuesto. Luis Nelson Beltrán, PhD en integración y desarrollo económico advierte que esta medida podría resultar en un incremento substancial de los demás impuestos. El presidente Juan Manuel Santos plantea reducir el impuesto al dos por mil en 2014, al uno en 2016 y su liquidación en 2018.
Las opiniones
Luis Nelson Beltrán
PhD en Integración y Desarrollo Económico
“Se ha convertido en una fuente importante de ingresos. No lo pueden quitar porque se recauda por un lado y se gasta por el otro”.
Alfredo Barragán
Especialista en banca
“Si el estado quiere subirse el sueldo de forma rápida usa el impuesto del cuatro por mil porque se abona directamente”.