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Las firmas de adquisición y de capital de riesgo invirtieron US$7.900 millones en empresas de América Latina en 2012, después de que los fondos recaudaron grandes cantidades de dinero para comprar empresas en los sectores de consumo, finanzas y educación, según datos de una asociación privada.
La inversión de fondos de capital privado y de capital de riesgo aumentó 21% desde 2011, tocando un máximo de cinco años, dijo ayer la Asociación Latinoamericana de Capital de Riesgo (Lavca, por su sigla en inglés).
El año pasado, inversores de capital privado concretaron un total de 237 adquisiciones, un incremento del 37% desde el año previo.
El impulso está aumentando en México, Colombia, Chile y Perú, donde existe menos competencia que en Brasil. Incluso algunas firmas brasileñas se están expandiendo a esos países, atraídas por un mejor ambiente legal y de mercado para las adquisiciones, y por una aceleración en las economías.
El año pasado la recaudación de fondos bajó con fuerza desde el nivel récord de US$10.300 millones de 2011, mientras la mayor parte de las firmas que se especializan en adquisición volvieron a concentrarse en invertir su dinero.
Más que un cambio en el apetito de invertir en América Latina, el declive en la recaudación de fondos señala que la actividad de inversión privada en la región está profundizándose y, más importante aún, madurando.
“Este cambio es una historia grande. Es una parte natural del ciclo en el capital privado y en el capital de riesgo”, dijo Cate Ambrose, presidenta de Lavca, en entrevista telefónica desde las oficinas de la asociación en Nueva York.
“Lo que necesitamos a partir de ahora son más ventas. Lo que importa es que los inversores en los negocios de inversión privada puedan vender a buen precio para que el ciclo se mantenga”.
Las ventas retornaron a los niveles de 2010, según las cifras de Lavca, y sumaron US$3.800 millones en 44 acuerdos el año pasado, gracias a la robusta actividad de fusiones y adquisiciones en América Latina.
El ojo puesto sobre Brasil
En Brasil, la preocupación por la desaceleración de la economía y por el tope que podría aplicar el Estado sobre los retornos de capital en ciertos sectores arrastró el año pasado la actividad de adquisiciones a un mínimo de tres años. Sin embargo, banqueros confían en que se avecina un resurgimiento. Durante gran parte del año pasado, el gobierno de Dilma Rousseff presionó a los bancos, empresas de telecomunicaciones y de electricidad para que bajaran las tarifas a los consumidores, lo que hizo temer que se impusieran topes a los retornos financieros de tales sectores.
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