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El mejor ejemplo de ello es la evolución de dos gestoras españolas cuyos dueños están rodeados de dudas. La primera es Espirito Santo Gestión, la filial española de fondos de inversión del grupo financiero portugués Banco Espírito Santo, y la segunda es Barclays Wealth Managers España, propiedad de Barclays Bank.
Ninguna de estas firmas está directamente amenazada por los problemas de los bancos que les dan nombre, al menos sobre el papel. Todos los activos y fondos de Espirito Santo Gestión han sido englobados dentro del banco bueno que se ha formado con el negocio rentable y no contaminado del grupo portugués, así que la duda que queda es cuál será el destino de esta entidad bautizada como Novo Banco y quién será su nuevo dueño, ya que la venta es el futuro más previsible para ella.
En el caso de la gestora de Barclays en España la incertidumbre es incluso menor. La cúpula directiva de la matriz británica anunció en mayo el inicio de un proceso de venta de buena parte de su negocio español, pero todo apunta a que los fondos de inversión se quedarán en el grupo y que la gestora no se verá afectada.
Malos resultados
El miedo a lo desconocido está ahí y, por limitados que sean los temores sobre el futuro de estas gestoras, los últimos meses no han sido buenos para ellas. Y eso que la industria de fondos de inversión está viviendo tiempos de bonanza no vistos en mucho tiempo: en solo siete meses del año, las entradas netas suman US$32.549 millones, una cifra que supera ya lo conseguido en el conjunto de 2013.
Espirito Santo y Barclays están viendo esta euforia desde la barrera, al menos en los últimos tiempos. El primero llevaba un año francamente bueno en España, con captaciones netas para sus fondos que oscilaban entre los US$30 y los US$36 millones mensuales. Hasta que llegó junio y su matriz desveló en el folleto de una ampliación de capital los problemas del grupo.
En ese momento se rompió la tendencia. Por primera vez en 2014, Espirito Santo Gestión no captó recursos netos en junio, sino que sufrió reembolsos. La cantidad no fue muy elevada (US$6,9 millones, según los datos de Inverco), pero supuso una señal de alarma.
Y la alerta resultó ser muy real. En julio, con el conglomerado del Grupo Espirito Santo en caída libre, la gestora española ha vivido un mes para olvidar: los reembolsos netos superaron los US$91,8 millones, según los datos preliminares de Inverco, lo que significa que en solo dos meses Espirito Santo Gestión ha visto cómo se esfumaba el 60% de lo que había captado durante 2014. Y eso que el banco puso en marcha en España un plan para tranquilizar a sus clientes y les ofreció cambiar sus depósitos por fondos sin ninguna penalización y conservando la remuneración. Algunos lo hicieron, pero las entradas por esta vía no han sido suficientes para compensar las salidas.
Junto con el dinero también se han evaporado partícipes (3.000 en dos meses) y patrimonio. ¿Resultado? Espirito Santo Gestión cuenta ahora con menos de 36.800 partícipes y un patrimonio de US$1.622 millones frente a los US$1.710 millones con los que cerró mayo, lo que supone una caída superior al 5%.
Seguir los pasos de la gestora de Barclays en España es más complicado, porque no hace públicos todos los meses sus datos de suscripciones. Lo ha hecho en julio y las noticias no son buenas: US$29,9 millones en reembolsos netos y un patrimonio de US$3.386 millones, según las cifras preliminares de Inverco. Puesto que la entidad cerró abril con US$3.488 millones en activos bajo gestión, eso significa que US$101 millones en patrimonio (lo que implica una caída de casi el 3%) se han quedado por el camino desde que se conocieron las intenciones de venta de parte del negocio español, aunque no se puede saber si es por las retiradas de dinero de los clientes o por caídas en el valor de los activos en los que están invertidos los fondos.
Todo apunta, sin embargo, a que buena parte de la caída procede de reembolsos netos porque así lo indica la bajada en el número de partícipes: Barclays tiene ahora 60.956 clientes en su gestora, 2.115 menos que a finales de abril. Claramente, la incertidumbre es una mala compañera para la inversión.
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