Trump aumentará aranceles a China y Pekín endurece tarifas a buques de EE.UU.

La escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China dio un nuevo giro tras el anuncio de Washington de imponer un aumento significativo en los aranceles portuarios a embarcaciones chinas. La medida, que entrará en vigor el 14 de octubre, busca contrarrestar el dominio del gigante asiático en la industria naval y equilibrar las condiciones de competencia, en medio de una rivalidad económica que sigue profundizándose.

El plan estadounidense contempla un nuevo cobro de US$50 por tonelada neta por viaje a los buques chinos que atraquen en sus puertos, con incrementos anuales de US$30 hasta 2028. Además, cada embarcación solo podrá ser gravada hasta cinco veces al año. Con esta política, la administración estadounidense pretende impulsar su industria naval, que actualmente representa apenas 0,1% de la construcción mundial, frente a 53,3% que controla China, y reducir la dependencia de las rutas marítimas y logísticas dominadas por empresas del país asiático.

La respuesta de Pekín no se hizo esperar. El Ministerio de Transporte de China anunció la imposición de “tarifas especiales” a todos los buques con vínculos estadounidenses que atraquen en puertos chinos. Estas medidas aplicarán a embarcaciones con más de 25% de participación de empresas, personas u organizaciones estadounidenses, así como a aquellas que naveguen bajo bandera de Estados Unidos o que hayan sido fabricadas en su territorio. La tarifa inicial será de US$56 por tonelada neta por viaje, con un máximo de cinco cobros anuales por buque. Además, el monto se incrementará de manera progresiva a US$90 en abril de 2026, US$120 en 2027 y US$160 en 2028, en un intento de mantener la presión en el mediano plazo.

Esta nueva ronda de medidas recíprocas marca un punto crítico en la relación comercial entre ambas potencias, que ya atraviesan tensiones en sectores estratégicos como la tecnología, los minerales críticos y la seguridad marítima. El aumento de costos operativos para las compañías navieras es uno de los impactos más inmediatos. Las empresas con vínculos en ambos países podrían enfrentar un alza sustancial en sus gastos logísticos, lo que a su vez encarecería el transporte internacional y afectaría las cadenas de suministro globales.

Además, el comercio bilateral podría resentirse en sectores clave como el energético, el tecnológico y el manufacturero, que dependen en gran medida de la eficiencia del transporte marítimo. Las tarifas también podrían restar competitividad a las exportaciones, elevar los precios de productos importados y profundizar el desacoplamiento económico entre las dos principales potencias del mundo.

Expertos advierten que esta nueva escalada forma parte de un pulso geopolítico más amplio, en el que tanto Washington como Pekín utilizan las herramientas comerciales como instrumentos de presión estratégica. Mientras Estados Unidos busca frenar el avance chino en industrias de punta y proteger sus cadenas de suministro críticas, China responde ampliando sus mecanismos de defensa comercial y endureciendo su postura en sectores sensibles.

La entrada en vigor simultánea de ambas medidas el 14 de octubre coincide con la antesala de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, Apec, donde se espera un posible encuentro entre Xi Jinping y Donald Trump. El resultado de esa reunión será clave para definir si ambas potencias exploran vías de negociación o si, por el contrario, el mundo se encamina hacia un nuevo ciclo de confrontación económica con repercusiones globales.