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¿Cuál es la aspiración profesional en los estudiantes de países miembros de la Ocde?
En Colombia, solo 1% de los estudiantes de contextos socioeconómicos bajos espera trabajar en oficios técnicos o manuales calificados
Miles de adolescentes de los países Ocde imaginan un futuro como médicos, ingenieros o abogados, pero muchos no contemplan ni siquiera cursar estudios universitarios. Esta desconexión entre aspiraciones y planes reales, marcada por el entorno socioeconómico, refleja una preocupante desalineación que amenaza con perpetuar las brechas de acceso y movilidad en el mercado laboral.
De hecho, según el informe más reciente de la Ocde sobre las expectativas de carrera de adolescentes en 81 países, una mayoría de estudiantes en los países miembros desea ejercer profesiones que requieren formación universitaria, aunque una proporción importante no planea completar estudios terciarios.
Esta contradicción, conocida como desalineación profesional, representa un reto para las políticas educativas y laborales de los países evaluados. En Colombia, solo 1% de los estudiantes de contextos socioeconómicos bajos espera trabajar en oficios técnicos o manuales calificados.
Esta cifra ubica a Colombia entre los países con menor proporción de aspiraciones hacia estos empleos entre jóvenes desfavorecidos. Pero por otro lado, países como Hungría y Eslovaquia muestran cifras significativamente más altas, de hasta 25%, lo que refleja una percepción más positiva y realista de estos oficios como opciones viables y respetables dentro del mercado laboral.
Omar Garzón, investigador del Laboratorio de Economía de la Educación, LEE, de la Universidad Javeriana, considera que “gran parte de los jóvenes colombianos no quieran profesionalizarse se debe principalmente al no retorno de la inversión en la educación, que no se ve reflejado solo en el salario, sino también en el estatus”.
Por ejemplo, medicina o derecho, cuyos precios son bastante altos, tienen un bajo retorno en comparación de la inversión de tiempo”. Además, el estudio revela que 75% de los estudiantes de Costa Rica esperan trabajar como profesionales; seguido de México con 73%; Canadá con 71%.
Este porcentaje disminuye considerablemente si se tienen en cuenta a Colombia, pues solo 67% de los estudiantes esperan trabajar como profesionales. Además, los datos muestran que 58% de los estudiantes en países Ocde expresó aspiraciones laborales alineadas con ocupaciones clasificadas como profesionales por la Clasificación Internacional Estándar de Ocupaciones, tales como medicina, derecho, ingeniería, enseñanza o tecnología de la información.
Sin embargo, dentro de este grupo, 21% no prevé completar educación terciaria, condición esencial para acceder a dichas profesiones. Por otro lado, 39% de los estudiantes encuestados no tiene claridad sobre su futuro laboral, lo que el informe clasifica como “incertidumbre vocacional”.
Esta tendencia se da en mayor medida en los estudiantes de menor rendimiento académico y menor nivel socioeconómico, aunque también se registra en estudiantes con buen desempeño escolar.
El análisis nos revela que la planificación educativa está más influenciada por el contexto socioeconómico que por el desempeño académico. Por ejemplo, los estudiantes de alto rendimiento pertenecientes al porcentaje socioeconómico más bajo tienen menos probabilidades de esperar completar estudios superiores que los que tienen un bajo rendimiento pero pertenecientes al porcentaje más alto.
En Colombia, México, Costa Rica y Chile, más de 30% de los estudiantes espera ejercer una profesión universitaria sin planear estudiar en la universidad.
En cuanto al tipo de ocupaciones deseadas, la mitad de las mujeres, 50%,y 44% de los hombres aspiran a ser doctores, ingenieros, arquitectos y profesores. Cabe mencionar que el estudio muestra que aunque la segregación de género en las aspiraciones ha disminuido en los últimos 20 años, todavía persisten patrones marcados.
El informe subraya la importancia de una orientación profesional eficaz y la participación de los empleadores para ayudar a los estudiantes a comprender las oportunidades que tienen a su disposición. Muy pocos estudiantes participan en actividades de desarrollo profesional que están estrechamente vinculadas a mejores resultados laborales. Los estudiantes desfavorecidos, en particular, tienen menos probabilidades de participar en estas actividades, lo que agrava las desigualdades existentes y también se exige una mayor inversión en el sistema educativo.
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