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China ya ha mostrado su disposición a adoptar algunas medidas asimétricas contra aranceles y las restricciones de Trump y Biden
China ejerce nuevos poderes al enfrentar la perspectiva de otro conflicto comercial con Estados Unidos, ampliando en los últimos años su alcance retaliativo para incluir herramientas capaces de causar estragos en el comercio y finanzas globales.
Seis años después de que Donald Trump iniciara la primera guerra comercial con China, el presidente electo de Estados Unidos ha nombrado a una serie de halcones en su administración y ha amenazado con imponer aranceles de 60% a los productos chinos, un nivel que diezmaría el comercio entre los dos países.
El dilema para China ahora es que su considerable superávit comercial con Estados Unidos significa que cualquier contramedida directa puede tener un impacto limitado.
China ya ha mostrado su disposición a adoptar algunas medidas asimétricas contra los aranceles y las restricciones comerciales de las administraciones de Donald Trump y Joe Biden.Si las nuevas amenazas se convierten en una política, Pekín podría tener que recurrir a más recursos de su arsenal, con el riesgo de que se produzca un conflicto que podría ser aún más difícil de contener.
“Las simples guerras comerciales y las contramedidas recíprocas no pueden abordar adecuadamente las futuras diferencias entre China y Estados Unidos”, dijo Wang Wen, decano ejecutivo del Instituto de Estudios Financieros Chongyang de la Universidad Renmin.
Las alternativas disponibles para Pekín no necesariamente harán que el país asiático sea completamente inmune a las consecuencias, una preocupación para una economía ya sumida en una prolongada crisis inmobiliaria.
La medida más destructiva que podría adoptar China sería deshacerse de la totalidad o de gran parte de sus reservas de bonos del Tesoro estadounidense (que actualmente suman US$734.000 millones), lo que probablemente ejercería una presión al alza sobre los rendimientos de los bonos estadounidenses y afectaría a los mercados financieros mundiales.
China ya ha reducido sus tenencias directas de deuda en más de un tercio desde 2017. El deseo de diversificar las inversiones significa que la venta masiva puede continuar, especialmente después de que las naciones occidentales congelaran algunas de las reservas de divisas de Rusia después de la invasión de Ucrania.
Es probable que parte de la caída también refleje que China trasladó el custodio cotizado a Bélgica, en lugar de tener los bonos directamente.
Riesgo: la repentina liberación de deuda estadounidense por parte de China haría caer los precios de los bonos, lo que reduciría el valor de sus propias tenencias y el de sus reservas de divisas. También daría a los exportadores estadounidenses un impulso comparativo debido al abaratamiento del dólar.
Un yuan más barato haría que las exportaciones chinas fueran más competitivas y ayudaría a contrarrestar parte del impacto de los posibles aranceles. Durante la primera disputa comercial en 2018 y 2019, el yuan se depreció 11,5% frente al dólar y compensó alrededor de dos tercios del aumento de los aranceles, según el análisis de los economistas de Morgan Stanley, entre ellos Robin Xing.
Más de la mitad de los economistas encuestados por Bloomberg tras las elecciones estadounidenses de este mes dijeron que Pekín podría debilitar el yuan en respuesta a los posibles aranceles de Trump. Pero los economistas difieren ampliamente sobre el alcance de esa depreciación de la moneda con respecto al tipo de cambio actual de alrededor de 7,2, con estimaciones que van desde 7,3 a 8 por dólar en 2025.
Riesgo: Un yuan más débil haría subir el superávit comercial récord de China y enojaría a socios, quienes a su vez podrían recurrir a aranceles para corregir el desequilibrio. También podría avivar salidas de capital y desalentar aún más a los inversionistas extranjeros a invertir dinero en el país.
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