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Haití, Papúa Nueva Guinea y Venezuela lideran la lista de los países con mayores niveles de inseguridad, reflejando crisis políticas, económicas y de gobernabilidad
El ranking mundial de criminalidad 2025 elaborado por World Population Review revela un panorama global complejo, en el que la inseguridad y la percepción del delito siguen siendo uno de los principales desafíos sociales en numerosos países.
Este índice, que combina datos sobre delitos reportados con encuestas de percepción ciudadana, ofrece una medición integral de la criminalidad en 148 naciones, con valores que van de 0 a 100. Cuanto mayor es el puntaje, más altos son los niveles de delincuencia y sensación de inseguridad.
El ranking muestra a Colombia en la posición 27, con un índice de criminalidad de 61,2 y un índice de seguridad de 38,8, situándose en una posición relativamente alta a nivel global. Aunque el país ha mejorado en varios indicadores en los últimos años, continúa enfrentando desafíos importantes relacionados con el narcotráfico, las estructuras ilegales en distintas regiones y la preocupante criminalidad urbana.
América Latina continúa siendo una de las zonas más violentas del mundo. Países como Honduras, Brasil, Perú y México presentan índices elevados de criminalidad, impulsados por factores estructurales como la desigualdad, la falta de oportunidades laborales y la expansión del crimen organizado.
Haití ocupa el primer lugar del ranking con un índice de criminalidad de 81,0 puntos. El país caribeño atraviesa una profunda crisis política y social agravada por la ausencia de control estatal en amplias zonas del territorio.
En Papúa Nueva Guinea, que se ubica en el segundo puesto con 80,7 puntos, la criminalidad se relaciona directamente con la falta de infraestructura y presencia del Estado, mientras la policía enfrenta serias limitaciones logísticas y de recursos.
El tercer lugar corresponde a Venezuela, con un índice de 80,5, consolidándose nuevamente entre los países con los niveles más altos de criminalidad y percepción de inseguridad del planeta. La crisis económica prolongada, la pérdida de poder adquisitivo, la corrupción institucional y el deterioro del sistema judicial han generado un entorno donde los delitos violentos y la impunidad son persistentes.
Con respecto a Venezuela, EE.UU. ha intensificado de forma notable su presencia militar y de seguridad en la región caribeña bajo el argumento de combatir el narcotráfico y el crimen organizado transnacional, en especial contra este país y han llevado a cabo operaciones militares en aguas caribeñas próximas a Venezuela desde hace más de un mes, dejando al menos 60 personas muertas.
“La ayuda internacional es efectiva para crímenes de alto perfil. La violencia en ciertos países tiene que ver con lo cotidiano, donde la autoridad local tiene casi toda la responsabilidad”.
“Simplemente, hay falta de voluntad política. Hay funcionarios honestos que quieren combatir la delincuencia, pero no cuentan con el apoyo de quienes tienen el poder”.
El top 5 del ranking lo completan Afganistán y Sudáfrica, con un índice de 75,2 y 74,6 respectivamente. Estos países son debilitados de gran manera por la inseguridad y la presencia de problemas de desigualdad y desempleo.
Con respecto a este tema, John Mario González, analista político e internacional, afirmó que la desigualdad económica y la debilidad institucional sin duda alguna repercuten en estos contextos, pero que estos indicadores no son los predominantes para determinar la criminalidad de un país. “Hay países pobres y desiguales con bajas tasas de criminalidad como Bhután, Nepal, Timor Oriental y hasta Bolivia en América Latina”, añadió González.
Este informe muestra claramente que la criminalidad sigue siendo uno de los retos más grandes a nivel mundial. Tanto para Colombia como para América Latina, el desafío es doble. Se debe mejorar la seguridad objetiva mediante políticas de prevención y control del delito, y al mismo tiempo reducir la percepción de inseguridad que afecta la vida cotidiana.
La región necesita seguir fortaleciendo la cooperación internacional para combatir la criminalidad en diversos frentes, invertir en educación y justicia, y consolidar las instituciones locales para poder garantizar la protección de los ciudadanos de una manera que supere los ciclos políticos.
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