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CONSUMO

¿Cómo administrar la plata sin descuadrarse?

martes, 5 de junio de 2018

Hay consumos misceláneos que podrían eliminarse

Jorge Enrique Rodríguez

La administración del gasto se puede definir como la salida de dinero que una persona realiza periódicamente, teniendo en cuenta su salario o ingreso. Por lo general, se puede destinar para inversión, consumo o para ambos.

El individuo reserva para inversión, cuando compra bienes y/o servicios que le van a generar ganancias y estabilidad futura. Sobre este aspecto, se puede establecer como ejemplo, la adquisición de vivienda, la educación superior, la creación de empresa y la obtención de maquinaria y equipos, entre otros.

Por lo general se reserva una plata para el consumo, especialmente cuando se compran bienes y/o servicios. Estos pueden ser para satisfacer necesidades inmediatas y duraderas. Las primeras, se refieren a la compra de vestuario, alimentación y aseo, entre otros; el segundo, se relaciona con la adquisición de televisores, equipos de sonido, lavadoras y automóviles, etc.

Por ejemplo, una persona posee un capital para gastar y tiene dudas para su utilización, le pregunta a un conocido y este le recomienda comprar un carro.

Este desembolso de dinero se denominaría gasto de consumo duradero.

Por otra parte, el mismo individuo le pregunta a un compañero de trabajo y él le recomienda, que con esa plata mejor compre un taxi ya que le puede generar ingresos adicionales. Este se conoce como gasto de inversión.
Con respecto a los gastos de consumo inmediato, el comportamiento diario sugiere, dependiendo del ingreso, cubrir las necesidades básicas, posteriormente las intermedias y finalmente las superiores.

Dentro de las necesidades básicas está la alimentación, el vestuario, la educación, la salud y el transporte. Dependiendo del ingreso, se determina el gasto en el mercado, ropa y pensión del colegio, entre otros. En tal sentido, como las personas son susceptibles a pertenecer a la sociedad de consumo, pueden caer en compras innecesarias. Por ejemplo, en un almacén ofrecen una promoción o descuento en la segunda unidad adquirida. Este suceso llama la atención del usuario, se genera alegría y deseos de compra, pero como se planean las necesidades básicas, se puede notar fácilmente que no es necesario hacer esta compra.

Sin embargo, puede ocurrir lo contrario, el individuo se puede dejar llevar por el entusiasmo y la oportunidad, creyendo que todas las personas van a realizar esa compra, de esa manera se terminarán los inventarios y perderá la ocasión de obtener un descuento. Al poco tiempo se da cuenta que la segunda unidad no la necesitaba y que agregó bienes no utilizados en el hogar.

Y qué decir de las compras por impulso, no necesitan tener avisos publicitarios, si gustan ahí mismo se hacen desconociendo las consecuencias, aquí solo prima el deseo. “Para eso trabajo” o “me merezco de vez en cuando darme un gustico”, dicen este tipo de personas.

Y los “misceláneos”, es decir, aquellos que hacen compras que definitivamente no necesitan. Por ejemplo, este tipo de individuos llegan temprano a una reunión programada a las 8:00 a.m. y mientras esperan, compran un pastel y un café por $5.000; previamente ya había desayunado. Pregunta: ¿Esta persona necesita realizar la compra? Seguramente no, pero si la suma a diario y la multiplica por 30 días, encontrará el perjuicio que ocasiona su descuadre.

Un consejo y gratis: “La inversión genera riqueza y el consumo mal planeado, pobreza”.

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