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La economía ya empieza a evidenciar los primeros indicios de desaceleración
La desaceleración es un proceso no solo inevitable sino necesario, por cuanto la economía colombiana venía en un proceso de crecimiento insostenible que ponía en riesgo la estabilidad macroeconómica
Desde hace bastante tiempo se viene hablando de la desaceleración del crecimiento en Colombia para 2023. En este escrito se analizan las razones por las cuáles este proceso se estaría dando. La conclusión más importante a la que se llega es que es un proceso no solo inevitable sino necesario, por cuanto la economía colombiana venía en un proceso de crecimiento insostenible que ponía en riesgo la estabilidad macroeconómica, a consecuencia de una alta inflación y de elevados déficit fiscales y en cuenta corriente.
Durante el primer año de la pandemia por el covid-19, la economía cayó 7,3% fruto de la disminución de la inversión y del consumo privado. El gasto público jugó un importante rol contra cíclico que sirvió para la creación del programa de transferencia monetarias conocido como Ingreso Solidario, las compras de respiradores, los subsidios a aquellas empresas que retuvieran empleo, entre otros. Así las cosas, fruto del mayor gasto y de la caída del recaudo por la recesión, el déficit fiscal en 2020 ascendió a cerca de 7,5% del PIB.
En 2021, y como resultado de la reducción de tasa de interés en 2020, del elevado gasto público y de la normalización en la movilidad que se produjo gracias a la llegada de las vacunas, la economía creció un 11%, uno de los mejores crecimientos de la región. Sin embargo, este comportamiento correspondió a lo que Alfonso López Pumarejo hubiese denominado “Prosperidad al debe”. En ese año el país hizo un esfuerzo mínimo para reducir el gasto, no fue exitoso en pasar la reforma tributaria del entonces ministro Alberto Carrasquilla y el déficit fiscal del Gobierno Nacional Central en ese año fue de 8,1% del PIB, nuevo récord en nuestra historia.
Si bien el nuevo ministro que se posesionó el 18 de mayo de 2021 logró la aprobación de una reforma tributaria en ese año, esta lo que hizo en esencia fue elevar la tarifa del impuesto de renta a las empresas a partir de 2022 con un efecto sobre el recaudo especialmente visible solo en 2023.
En 2022 la mayor parte de los gobiernos en el mundo ya habían empezado a desmontar las ayudas por el covid-19, precisamente con el fin de evitar mayores incrementos en sus déficit fiscales. En Colombia, probablemente ligado a ser un año electoral, esta medida no se tomó, y tanto el gobierno saliente como el entrante continuaron entregando los subsidios por Ingreso Solidario, aun cuando la mayor parte del empleo perdido en 2020 ya se había recuperado.
Como resultado del manejo fiscal equivocado, entre 2019 y 2022 la deuda del Gobierno nacional central se elevó de un 48% del PIB a 60%. Este es uno de los niveles de deuda pública más altos de nuestra historia. El aspecto positivo de la situación en 2022 es que de todos modos la economía colombiana, con Prosperidad al debe, creció 7,5%, con lo cual nuestro país fue uno de los que registró mayor crecimiento en el mundo para el periodo 2021 y 2022.
Paralelo al buen crecimiento en 2022 el país presentó los síntomas más inequívocos de una situación fiscal desequilibrada: la inflación llegó a 13,12% al finalizar al año y el déficit en cuenta corriente, que se asocia a un exceso de gasto sobre producto, alcanzó 6,56% en 2021 y 6,22% en 2022.
La disminución del crecimiento en 2023 es consecuencia de los desequilibrios generados especialmente por la política fiscal aplicada para enfrentar las consecuencias del covid-19. Los mecanismos por los cuales se produce el menor crecimiento son varios: el aumento de las tasas de interés del Banco de la República, el alza de la inflación, el enorme déficit en cuenta corriente, incremento en los impuestos a las empresas y la pérdida del grado de inversión.
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