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Los datos más relevantes sobre el impacto del transporte de carga en la economía del país
92% de las importaciones de vehículos de carga vienen de países como china, EE.UU y argentina.
El transporte terrestre forma parte de las actividades económicas que son fundamentales para el óptimo desarrollo de otras, como el comercio
Según la matriz insumo-producto del Dane (2021), el transporte terrestre y el almacenamiento forman parte de los sectores “impulsados”: actividades que funcionan como proveedores estratégicos para otras ramas gracias a sus altos encadenamientos hacia adelante. Cuando la economía productora de bienes y servicios crece, la demanda por transporte también se expande.
El transporte en camiones permite que múltiples sectores -agropecuario, minero, petrolero, industrial, construcción y comercio- operen al movilizar los bienes intermedios y finales que requieren para funcionar. Esa es su primera gran función: hacer posible la producción, la distribución y la llegada de los bienes al consumidor.

Además, la actividad transportadora jala a otras ramas económicas debido a que el camión es un bien de capital. Su adquisición impulsa importaciones, comercio interno y financiamiento bancario. Una vez entra en operación, demanda energía, mantenimiento, repuestos, mano de obra especializada e infraestructura vial. Cada uno de estos componentes genera pagos que se irrigan por toda la economía.
Los vínculos con la macroeconomía son variados. La compra de camiones depende en buena parte de las importaciones de vehículos de países como Argentina, China, Japón, Brasil, México y Estados Unidos, que concentran 92% del gasto por importación de este bien (US$745 millones entre enero-octubre de 2025).
De otro lado, el comercio exterior es un gran demandante del transporte: Buenaventura, Cartagena y Barranquilla representan 23,5% de la facturación del servicio público de carga, muy por encima de su participación en el PIB (5% en 2023). 69,8% de los 159.762 vehículos formales se moviliza hacia o desde estos puertos.
El reciente aumento de las importaciones y exportaciones (11,35% y 15,32% en toneladas, respectivamente, sin incluir hidrocarburos ni carbón) ha tenido un impacto positivo en el transporte por carretera. Importar una tonelada genera más viajes que exportarla: por cada tonelada exportada se importan 4,2. Esto convierte a los puertos en centros neurálgicos de la demanda por camiones.
El transporte terrestre también impulsa la inversión, el empleo y la tributación. El camión, como activo productivo, demanda crédito; su operación genera ingresos para el fisco (alrededor de 14% de cada viaje) y dinamiza múltiples cadenas productivas. Apoya, además, a sectores como el petrolero, del cual compra Acpm -el principal bien de consumo masivo del país- y al cual transporta insumos y productos.
El camión hace fluir a la economía y, al integrar capital y trabajo, también la sostiene. La compra anual de vehículos nuevos representa en promedio $5,2 billones (2014-2024) y mueve directa e indirectamente cerca de $28 billones, consolidando al transporte de carga como un sector que simultáneamente impulsa y es impulsado por la economía nacional.
Conocer con precisión el estado del transporte de carga en camiones tiene sus complejidades. El sector está creciendo, principalmente, por el aumento del consumo nacional -sustentado en el endeudamiento de los hogares de estratos medios y altos, el endeudamiento público, el gasto del gobierno, las remesas y las economías informales y las ilícitas-, pero no en la magnitud de los comunicados recientes del MinTransporte.
Los reportes (sep.19.2025 y dic.04.2025) destacan “récords históricos”, sustentados casi exclusivamente en el alza de las cargas líquidas registradas en el Rndc, con variaciones de 79,6% y 102,5% en septiembre y octubre frente al año anterior. Sin embargo, ningún otro indicador económico respalda incrementos de tal magnitud.
La anomalía se concentra en las cargas líquidas, principalmente petróleo (64,5% del total de la facturación de cargas líquidas). Pero la producción petrolera cayó 3,8% entre enero-septiembre de 2025 y apenas creció 0,2% en septiembre, según Campetrol. La actividad de taladros tampoco sugiere incrementos relevantes.
Adicionalmente, el valor agregado de los sectores productores de bienes continúa por debajo del nivel prepandemia (2019). Solo existe una explicación para la variación “récord” resaltada por el gobierno nacional: un asunto de registro estadístico. Desde junio pasado, en los manifiestos de carga expedidos por el Rndc se volvió obligatorio (antes era voluntario), registrar el volumen de carga líquida a transportar, con lo cual, se generó un aumento inusitado en las estadísticas de este tipo de carga, tanto en el total como en la carga movilizada por viaje.
Luego comparar septiembre u octubre de 2025 con los mismos meses de 2024 es un error estadístico, porque los datos no son comparables. En síntesis, la actividad transportadora crece a buen ritmo, aunque por debajo de otros ciclos, gracias al impulso del consumo. Se están generando más viajes, pero los sectores tradicionalmente jalonadores, muestran comportamientos dispares por la debilidad de la inversión y las dificultades sectoriales. El panorama es mixto: un consumo que acelera y una inversión que frena, lo que marca una recuperación aún heterogénea.
El transporte de carga terrestre no solo es un servicio fundamental para el desarrollo de otros tantos, sino que influye en la economía del país desde distintos frentes, entre ellos la inversión, el empleo y la tributación. Como activo productivos, los camiones demandan créditos bancarios, pero también genera ingresos para el fisco, aproximadamente 14% de cada viaje se va en impuestos.
Así mismo dinamiza cadenas productivas, apoyando sectores como el petrolero, del cual obtiene Acpm. En este sentido el camión dinamiza la economía desde distintos frentes, la hace fluir e integra y trabajo, sosteniendo la economía.
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