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Ecopetrol es el líder en Bogotá y el Grupo Éxito manda en Antioquia
Las mayores alzas se registraron en las actividades profesionales, científicas y técnicas (5,0%) y las de la administración pública y defensa, educación y salud (4,1%).
En medio de crecientes desafíos en el entorno global, la economía colombiana inició en 2018 una senda de recuperación al crecer a un ritmo de 2,7%. Este resultado determinó un punto de inflexión frente a la tendencia de desaceleración que redujo el crecimiento anual del país desde el dato de 4,7% en 2014 a 1,4% en 2017.
Este cambio de dirección estuvo acompañado de unos mejores precios internacionales del petróleo al llegar a cotizarse por encima de US$84 en octubre para volver a caer a niveles de US$50 a finales de año y de una inflación que estuvo controlada dentro del rango meta del Emisor y que cerró 2018 en 3,18%, un IPC inferior al nivel de 4,09% observado en 2017.
Sin embargo, el año pasado también se registró cierta incertidumbre en los índices de confianza del consumidor, sobre todo, en medio de la discusión de extender el IVA de 53% a 80% de los productos de la canasta familiar, una propuesta impopular que se cayó finalmente del proyecto de ley de financiamiento. En ese mes, el Índice de confianza del Consumidor (ICC) que calcula mensualmente Fedesarrollo se desplomó hasta -19,6%.
Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China por el conflicto arancelario sumado a la crisis de la economía turca afectaron la percepción de riesgo de los inversionistas internacionales y llevaron a la moneda estadounidense a ganar terreno frente al peso local hasta situar el dólar por encima de los $3.000.
En concreto, el incremento de la actividad económica en 2018 fue impulsado por la reactivación de la demanda interna tanto de los hogares como del Gobierno. Esto se dio gracias a una política monetaria del Banco de la República ligeramente expansiva que recortó 25 puntos básicos la tasa de interés hasta dejarla en un nivel estable de 4,25% desde el 30 de abril de 2018. Además, el año pasado también se vivieron varios eventos puntuales que ayudaron como el Mundial de Fútbol de Rusia o las elecciones presidenciales.
A excepción de la minería que se contrajo 0,8%, el año pasado todas las ramas de la economía lograron crecimientos. Las mayores alzas se registraron en las actividades profesionales, científicas y técnicas (5,0%) y las de la administración pública y defensa, educación y salud (4,1%).
Igualmente, los sectores de comercio al por mayor y por menor, transporte, alojamiento y servicios de comida, al igual que el de la información y comunicaciones y el de las actividades financieras y de seguros alcanzaron el año pasado tasas de crecimiento de 3,1% anual, todas ellas superiores a lo observado en 2017.
Por su parte, el suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado creció 2,7%. Y el rubro de la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca se expandió 2%, una cifra inferior al dato de 5,5% de 2017. Este mismo crecimiento de 2,2% lo reportaron tanto las actividades inmobiliarias como la industria manufacturera que un año antes había caído 1,8%.
Las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación crecieron 1,40% y la construcción subió un leve 0,30% que contrasta con la contracción de 2,0% que se observó en el mismo periodo de 2017.
Por el lado del desempleo, el desempeño del mercado laboral se mantuvo estable el año pasado, aunque en algunos meses se evidenció cierto deterioro con respecto al mismo periodo del año anterior. Por ejemplo, la tasa de desocupados de noviembre fue de 8,8%, lo que representó un leve incremento frente al dato registrado en el mismo periodo del año anterior.
Otro de los factores que incidió el año pasado en el comportamiento de la economía fue el proyecto de Ley de Financiamiento que era necesario para no tener que recortar en los diferentes programas sociales este año.
Efectos macroeconómicos de la Ley de Financiamiento
La discusión y posterior aprobación de la Ley de Financiamiento el año pasado, que solo consiguió obtener unos $7 billones del hueco del Presupuesto de 2019 de $14 billones, abrió un debate sobre los posibles efectos macroeconómicos que podría tener en el corto plazo. Además, se analizó si estos recursos serían suficientes.
Tanto para diferentes analistas, como entidades y calificadoras el problema llegaría a partir de 2020 cuando el Gobierno dejaría de recibir ingresos necesarios, sobre todo, por los beneficios tributarios concedidos a las empresas como el del descuento de 100% del IVA por la adquisición de bienes de capital. No obstante, también se apuntó a que estas medidas contribuirán a acelerar la inversión. Por su parte, se anunció que se tendría que ver cómo recortar los programas sociales.
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