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En lo corrido del año, seis empresas se han acogido al proceso de reorganización y dos han ejecutado una liquidación judicial.
Este año ha sido retador para empresarios del sector textil y muchos han tenido que pedir auxilio para salvaguardar su patrimonio. En lo corrido de 2017 se reportan ocho empresas que han entrado en liquidación o reorganización, entre ellas Teralda y Color Siete.
La compañía manizaleña, Color Siete, se dedica a la confección y cuenta con tiendas propias bajo una marca homónima y la marca Rose Pistol. La empresa solicitó entrar a reorganización por varios motivos, entre estos, que “el trafico en los centros comerciales ha caído más de 30%, lo que ha afectado directamente las ventas de empresas como nosotros”, aseguró Juan Camilo Villegas, gerente general de la compañía.
Aún así, Juliana Calad, directora de la Cámara Textil y de Confecciones de la Andi, aseguró que “hicieron el plan de insolvencia no para liquidar la empresa sino para sacar adelante el nuevo plan de negocios y cumplir con los pagos”.
Por su parte, la empresa antioqueña Teralda S.A.S., dedicada a la preparación e hilatura de fibras textiles, también se sometió a este proceso. Según su apoderado, Juan Carlos Quintero, la decisión se debió a “el problema de competitividad, el costo laboral que tienen para producir frente a sus competidores asiáticos, la falta de opciones de financiación, y la crisis de Venezuela y las dificultades para comercializar en Ecuador”.
Otras compañías que se han acogido al proceso en lo corrido del año fueron las antioqueñas Supertex Medical, fabricante de telas y elementos para la industria médica, y Coloretto, especializada en tintorería y acabados de telas.
“Todos tenemos que reinventarnos en esta dinámica del mercado y de consumo para poder seguir adelante”.
Según un documento publicado por la entidad, el representante legal de la compañía aseguró que la empresa no cumplía con los requisitos para ingresar a la ley de reorganización debido a que no tenía operación comercial y no podía atender obligaciones. Además, aseguró que la comercializadora no producía el flujo de caja suficiente.
En mayo, la Supersociedades definió que Textiles Konkord debía entrar en liquidación judicial por incumplir el acuerdo de pago al que había llegado con sus acreedores en 2007. Por lo tanto, se le impidió seguir desarrollando su actividad comercial.
A cierre de 2015, Konkord registró ventas por $25.082 millones y pérdidas por $8.334 millones. Luego, en 2016, la empresa reportó acreencias por $129.871 millones y un patrimonio negativo.
Esta empresa tenía una planta de 30.000 metros cuadrados, ubicada en Sibaté, Cundinamarca, y realizaba actividades como tejeduría, tintorería y acabados. Dentro de sus clientes se encontraban Brissa, Olímpica, Home Center, Ebel, Yanbal, Jumbo y Éxito.
El proteccionismo no soluciona los líos
Algunos confeccionistas nacionales enfatizan en fortalecer las barreras arancelarias para bajar las ventas de ropa importada. Sin embargo, un estudio de Fenalco advirtió que “el colombiano sentiría un aumento equivalente a 7% en los precios del vestuario, impactando en 0,35% el Índice de Precios en el Consumidor (IPC), es decir, un alza equivalente a la que ha tenido el vestuario en siete años”. Esto traería otro tipo de problemas, pues generaría menor consumo y por lo tanto, menor comercialización, producción y generación de empleos.
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